El largo camino de las reliquias

A diferencia de la pesadez del estilo románico, cuyos edificios religiosos parecían presentarse como refugio contra el ataque del Mal, las nuevas catedrales del siglo XII ofrecían un reflejo del otro mundo. es el ejemplo más perfecto de esa insinuación del Paraíso. El historiador del arte Ernst Gombrich explicó con precisión esta singularidad: "Tan diáfana es la distribución de pórticos y ventanales, tan flexible y gracioso el trazado de las galerías, que nos olvidamos del peso de ese monte de piedra, que eleva el conjunto de la estructura ante nuestros ojos como un espejismo".Acaso por esa misma condición arquitectónica, es imposible no concebir Notre Dame como el recinto ideal para : el trozo de madera de la Cruz, un clavo y la Santa Corona. Lo cierto, sin embargo, es que esos objetos de veneración no siempre estuvieron en ese lugar del que anteayer, aun antes de cualquier atención a las obras de arte también amenazadas (la Piedad del altar, por ejemplo, o la pintura La conversión de Saulo, de Laurent de la Hyre), se las rescató. El camino por el que esas reliquias llegaron a la catedral es una historia en sí misma; un historia que tiene como protagonista a San Luis, antes Luis IX de Francia, y la muy parisina Sainte-Chapelle, aunque en verdad hay también una prehistoria de esa historia.Hacia el año 326, Santa Helena, madre del emperador Constantino, rescató restos de la Cruz. Más adelante, entre los siglos VI y VII, las reliquias se trasladaron a Constantinopla para protegerlas de las invasiones persas. Según explicó en estos días el arzobispo Patrick Chauvet, en 1238, Baduino II de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR