El largo camino de un corto

Hay cortos de historia larga. O, expresado de otro modo, hay un maravilloso cortometraje de animación de 6 minutos con 20 segundos, que ya obtuvo más de 150 premios nacionales e internacionales. Se trata de Luminaris, el trabajo de Juan Pablo Zaramella que este año fue preseleccionado al Oscar y que obtuvo el premio del público y de la crítica en el Festival de Cine de Annecy, la muestra de animación más importante del mundo, que se celebra en Francia.En cierta forma, en muchas, la historia de Luminaris comenzó en 2008. Ese año, Juan Pablo obtuvo una beca en Francia para desarrollar un proyecto. Ya en su mente venía con la idea de filmar algo sobre la base del tango "Lluvia de estrellas", el mismo que escuchó tantas veces en la casa de sus padres. Esa idea, en medio de un paisaje bucólico de la campiña francesa, tomó nueva fuerza. Claro que si, inicialmente, su plan era hacer un corto con la técnica de stop motion con plastilina, línea que venía trabajando, decidió pasar a la pixelación. La pixelación es una variante del stop-motion en la que los objetos animados son personas.Ya en Buenos Aires, el proyecto comenzó a tomar forma. Junto con Gustavo Cornillón, actor con quien ya había filmado El guante, centraron su energía en un guión que tuviera un radical anclaje en ese tango. Las calles porteñas iban a ser el escenario ideal para los exteriores y, como todo el corto hace referencia a la luz, decidieron que esos exteriores debían ser filmados con luz natural. Con esa premisa, había que elegir bien cada locación teniendo en cuenta espacios que permitieran captar el desplazamiento del sol. Filmaban los fines de semana. Bien temprano para aprovechar la salida del sol y las calles sin movimiento. Pero había imponderables. "Si 2 o 3 fines de semanas no podíamos filmar porque estaba nublado o el actor justo ese día no podía, había que pensar en otra locación porque el recorrido del sol ya había cambiado", explica Juan Pablo.Había otro tipo de imponderables menos "cósmicos". Como el fulano que estacionó justo en un lugar que tapó la cámara. O el perro que se cruzó en plena secuencia. O la señora que iba al chino. En todos los casos, eso implicaba comenzar todo de nuevo o, en el peor de los casos, dejar todo para el otro día rogando que hubiera sol y que nadie estacionara justo ahí y que los perros y que las señoras no se cruzaran. Decididamente, un trabajo sobre la paciencia.Por ejemplo, una de las tomas se realizó en Diagonal Norte. El actor realiza un...

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