El kirchnerismo rompe el pacto democrático

El epigráfico y electrizante Andrés Malamud, no sin razones técnicas e históricas, cuestiona el término " feudal " para describir estas rancias formas hegemónicas que se apoderaron de varias provincias y distritos, y que los condujeron al atraso, a la servidumbre y al crimen. La mismísima aclaración del politólogo evidencia cuánto se ha popularizado en la Argentina ese término para bautizar el modelo imperante, y el Diccionario de la Lengua Española parece habilitar en parte su uso, puesto que en su segunda acepción anota: " Sujeto a una estructura abusiva y fuertemente jerarquizada ".

En otros países, como en la Madre Patria, el término resulta más amplio y ahistórico, aunque refiere usualmente a sistemas políticos estatales manejados por un caudillo eterno; ese fenómeno se llama caciquismo: "Dominación o influencia del cacique de un pueblo o comarca; intromisión abusiva de una persona o una autoridad en determinados asuntos, valiéndose de su poder ". No se trata de un juego de palabras sino de la búsqueda de un concepto que condense los distintos matices del "proyecto nacional y popular", reseteado y redefinido por Néstor Kirchner hace veinte años. Fueron los Kirchner quienes intentaron, como nunca nadie antes, nacionalizar un método de gobernabilidad y opresión que en Santa Cruz y Formosa -dos ejemplos señeros- era predemocrático y que, mediante coartadas intelectuales y blanqueos de papanatas progres, se transformó en "un virtuoso ensayo de posdemocracia". De manera más sencilla, Néstor se lo explicó tempranamente a Luis Juez en la Casa Rosada: la alternancia existiría durante su larga gestión, pero únicamente se daría dentro de su propio matrimonio. Y después de "veinte años en el poder, Luisito, desde el que está en Mesa de Entradas hasta el presidente del Tribunal Superior de Justicia te deben el cargo y son tuyos" (sic). La "generación diezmada" y sus herederos ideológicos, encontraron en este régimen de partido único la manera perfecta de adaptar su antiguo setentismo, que despreciaba tanto la democracia como los peronistas de ultraderecha que eligió Perón para "meterles bala" a los "zurdos" (así los llamaba) y los dictadores militares que luego salieron a cazarlos. Latía entonces en la "juventud maravillosa" la idea de una "dictadura popular", remedo nacionalista de la dictadura del proletariado, y esa pulsión quedó agazapada. Los señores feudales del siglo XXI les permitieron, con su astuta caja de herramientas y socavando desde...

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