El kirchnerismo incita a la violencia

Acorralado por la crisis que su torpeza gubernamental creó, el kirchnerismo enfatiza su vocación autoritaria. En los últimos años, se dedicó a impugnar como "discursos de odio" a todas las manifestaciones críticas de la oposición y de sectores independientes.

Es una actitud de un cinismo extraordinario, porque procura transformar en victimarios a las víctimas. Es precisamente el kirchnerismo el que, al asignarle a cualquier opinión no alineada con sus ideas y sus prácticas una intención perversa, pretende adjudicar al odio las disidencias.

Por cierto, este es el primer paso para suprimirlas y "democratizar" a la Argentina, a la manera de Cuba, Venezuela o Nicaragua, los paraísos que defiende el Instituto Patria y también, de manera más larvada pero no menos obvia, nuestra actual diplomacia.

El periodista y dueño de medios kirchneristas Roberto Navarro ha dado una nueva vuelta de tuerca. En uno de sus programas, expresó: "Estos tipos, los Viale, los Lanata, los Feinmann, los Majul, son los que están generando la violencia y después pasan al aire los escraches para que vos creas que podés hacer eso por la calle. Yo creo que algo hay que hacer con ellos, algo hay que hacer con Joni Viale, con Majul, con Leuco, con Baby. Algo tenemos que hacer para frenarlos. Algo tenemos que hacer con ellos que están generando este nivel de violencia (…). No sé, habría que detenerlos, deberían tener miedo ellos, deberían tener miedo que algo los frenara (…) ¿No es delito generar odio ni instigar a cometer un acto de violencia? ¿No van a pagar ningún precio?".

Parece innecesario aclarar que ninguno de esos periodistas se dedica a generar odio ni instigan a cometer actos de violencia. Se puede coincidir o no con sus opiniones, pero estas no son otra cosa que el ejercicio de la libertad de expresión. Son muy críticas respecto del gobierno y del kirchnerismo, pero se encuadran dentro del debate democrático.

Son voces que alertan no solo sobre la pésima gestión del gobierno, por llamarlo de alguna forma, de Alberto Fernández, sino sobre los impulsos chavistas de buena parte del oficialismo y sobre los infinitos intentos de consagrar la impunidad de Cristina Kirchner y sus secuaces. De ahí que, lejos de ser expresiones de odio, son manifestaciones imprescindibles para la salud de nuestra democracia.

Navarro sí ha cruzado un límite. Señala que "algo hay que hacer" con los disidentes, y no se queda en vaguedades: dice sin...

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