Junio, mes maldito para el peronismo

Por culpa del azar, históricamente ha habido una propensión fatídica para que en junio, sexto mes del año, se acumulen las peores desgracias del movimiento político más popular de la Argentina.

Pero toda regla tiene excepción y en este caso la misma reside en el 4 de junio, aunque sólo en parte (ya se explicará más adelante por qué esa fecha también se mufó).

Ese día de 1943 se produjo el golpe de Estado asestado a los fraudulentos conservadores por el nacionalista Grupo de Oficiales Unidos (GOU), de cuyo riñón saldría ungido líder de masas, algo más de dos años después, el coronel Juan Domingo Perón y su original y ecléctica invención movimientista, que ya lleva 67 años de vigencia directa o indirecta sobre la vida política argentina.

Tan magna fue esa fecha que el fundador del justicialismo asumió sus dos primeras presidencias un 4 de junio (de 1946 y de 1952, respectivamente).

Pero más allá de esas alegrías, junio tiene muy oscuras resonancias para el PJ. Los tres hechos más luctuosos de ese movimiento se produjeron precisamente en ese mes.

El 16 de junio de 1955, la Aviación Naval bombardeó la Plaza de Mayo y la Casa Rosada. El móvil principal era asesinar al general Perón, pero mientras el presidente se refugió en los sótanos del Ministerio de Guerra, las bombas que cayeron del cielo mataron a más de 300 personas y dejaron un saldo de 700 heridos. Esa misma noche, grupos de fanáticos peronistas salieron a quemar iglesias a manera de venganza, ya que la cúpula eclesiástica estaba muy enfrentada con el gobierno y días antes (el 11), en ocasión de la celebración del Corpus Christi, había logrado convocar a una procesión multitudinaria que tuvo innegables proyecciones políticas. Exactamente tres meses más tarde, Perón caía e iniciaba su exilio de 18 años en una cañonera paraguaya.

En junio de 1956, hubo un levantamiento cívico-militar peronista contra la Revolución Libertadora que fue sofocado rápidamente, pero con un trágico desenlace: varios militantes de ese partido fueron ajusticiados en los basurales de José León Suárez, en tanto que otros uniformados murieron ante pelotones de fusilamiento en diversos destacamentos militares.

El regreso definitivo al país de Perón, el 20 de junio de 1973, había sido previsto como un día memorable y festivo, con muchedumbres de seguidores aclamando su llegada a Ezeiza sobre la autopista Riccheri. Pero las tensiones entre los sectores más radicalizados del peronismo, que ya se venían dando como mar de...

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