Julián Ercolini: un juez sutil al frente de dos causas decisivas

Julián Ercolini pasa inadvertido en los pasillos de Comodoro Py 2002. Se desliza como fantasma entre el cuarto piso y el tercero del edificio donde tienen los despachos sus colegas. De 53 años, delgado, siempre de traje oscuro, es el juez federal de las dos causas hoy mas sensibles para la Justicia argentina: la investigación por la muerte del fiscal Alberto Nisman (donde esta semana dejó en claro que buscará ampliar el margen de acción que traía la pesquisa) y el caso por arbitrariedades en el otorgamiento de la obra pública contra Cristina Kirchner (a quien indagará por corrupción el 20 de octubre).

No es la primera vez que se cruza con este apellido. Ercolini llegó a ser uno de los 12 jueces federales de la Capital en 2004, apoyado por el entonces procurador Esteban Righi. Lo nombró Néstor Kirchner, a quien sobreseyó meses después en la primera denuncia por enriquecimiento ilícito que tuvo como presidente. Ese fallo es su cruz. Aunque aclara cada vez que puede que se trataba de una denuncia que tramitaba en el juzgado desde antes de su llegada y que la causa estaba avanzada. Que se refería a 23 inmuebles adquiridos por Kirchner antes de que fuera intendente, anteriores a haber asumido como presidente. De todos modos agregó al finalizar su fallo que esa decisión se refería a esos bienes y a ese lapso de tiempo (1994-2004).

Familiero, padre de dos hijos, no se cree el personaje de juez federal. "Yo sólo trabajo de esto", le comenta a sus amigos. Sus costumbres parecen darle la razón. Le esquiva a los compromisos sociales que ocuparían sus fines de semana. Prefiere dedicarlos a su vida en Hurlingham, donde vive en una casa que es su fortaleza. Solo entran su familia y sus amigos, nunca llevó allí a sus colegas o visitas de compromiso. Su declaración jurada de 2014, la última a la que accedió LA NACION, dice que la vivienda tiene 358 metros cuadrados, que la compró en 2010 y que su valor fiscal es de 579.464 pesos. La adquirió con fondos propios y un crédito hipotecario, declaró.

En su casa Ercolini hace las compras, cocina, juega a la Play con sus hijos y reparte su tiempo entre el fútbol, -aunque sus colegas dicen que tiene los pies redondos- y el tenis, donde se destaca. Juega en el Club Hurling, una centenaria institución irlandesa de su barrio donde jugaba al rugby cuando tenía 12 años. La foto en blanco y negro de ese equipo de chiquilines adorna su despacho.

Su esposa es Julia Kenny (apellido irlandés), quien trabaja en el equipo de...

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