Ser juez

Quien tiene la misión de juzgar, esto es, de decidir acerca de lo que está bien o está mal, lo que cumple con las reglas que la sociedad se ha impuesto, y aquello que se aparta de ellas, tiene una misión excelsa. Aquello de que los jueces son guardianes de la honra y el patrimonio de los ciudadanos es absolutamente cierto, y a ello se suma la libertad, bien preciado por quien aspire a vivir en una sociedad democrática.

Lamentablemente hay quienes no han sabido honrar la toga y quienes han bajado la vara de la exigencia en los múltiples compromisos éticos que asume un juez. Se ha comprometido el valor más importante, la independencia, con acercamientos al poder administrador o económico, aspiraciones indebidas y hasta conductas indecorosas. El sistema de selección de magistrados, los exámenes, los concursos de antecedentes y los nombramientos y la integración del Consejo de la Magistratura no han garantizado la elección de los mejores.

No siempre fue así y no es hoy totalmente así, pues hay muchos jueces que nos honran con su labor silenciosa, valiente, independiente y sabia. No son precisamente los mediáticos ni los que aparecen en los programas televisivos.

Un ejemplo de ellos es el titular del Juzgado Nacional en lo Civil N° 25 de Familia, el doctor Lucas Aón, que acaba de ser honrado por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como Personalidad Destacada de la Ciudad por su desempeño como magistrado durante muchos años. No fue ésta la única distinción que mereció Aón: su juzgado fue distinguido como el mejor por el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires y obtuvo dos veces -hecho sin precedente el premio a la excelencia judicial que brinda el Foro de Estudios sobre la Administración de Justicia (Fores).

Quienes suelen transitar por los tribunales de ese fuero darán fe de la incansable labor de este juez, a quien es frecuente encontrar a las 8 de la mañana en...