Jorge López Ruiz: un pilar indispensable del jazz argentino

Pilar indispensable de, por lo menos, las últimas seis décadas del jazz y la música popular argentina, Jorge López Ruiz, el Flaco, falleció el martes pasado en Buenos Aires, a los 83 años. Contrabajista y arreglador, compuso dos obras sobresalientes, El grito (1967) -una suite para orquesta de jazz que funcionó como una respuesta a la dictadura de Onganía, inspirada en una charla con Arturo Jauretche- y Bronca Buenos Aires (1970), en colaboración con el letrista y poeta José Tcherkasky, conn el Cordobazo como telón de fondo. Álbumes conceptuales grabados en tiempos agitados, en los que el jazz argentino -en consonancia con la "música del tercer mundo" que el Gato Barbieri grababa en Nueva York- al mismo tiempo que captaba la tensión social y abrazaba causas revolucionarias tomaba riesgos no solamente musicales. Bronca Buenos Aires, de hecho, fue censurada y recién se interpretó en vivo, por primera vez, en 2015, más de cuatro décadas después de su génesis.Pero más allá de estos trabajos icónicos, el rastro de López Ruiz es diverso e indispensable. Empezó su carrera en la segunda mitad de los años 50, época brillante del jazz vernáculo, compartiendo conciertos, jam sessions y grabaciones con la generación dorada del jazz argentino: el Gato Barbieri y su hermano Rubén; el Chivo Borraro; Sergio Mihanovich; Luis y Eduardo Casalla; Hugo Pierre, y Lalo Schiffrin, entre muchos otros.En los 60, al mismo tiempo que entregaba su primer LP como solista, B.A. Jazz, inspirado en el jazz modal inaugurado por Miles Davis, integraba el descomunal trío de Enrique "Mono" Villegas y comenzaba a trabajar como arreglador de algunos de los artistas más populares de la época, como Sandro ("yo borré a Los de Fuego y...

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