Jineteadas y maltrato animal

En estas semanas, como todos los años, se llevaron a cabo los ya tradicionales festivales de Doma y Folklore de Jesús María y Diamante. Fueron noches en las que la música popular y el folclore se entrelazan con la destreza criolla de las jineteadas. Durante estas demostraciones se reiteran los cuestionamientos de las sociedades protectoras de animales por el supuesto maltrato al que se verían expuestos los caballos montados por los jinetes participantes.

Evaluar debidamente un eventual maltrato como el que se invoca requiere un razonable conocimiento de este tipo de eventos, no sólo de los momentos que se pueden apreciar en las transmisiones de televisión, sino también de lo que acontece en su faz preparatoria.

Es sabido que la participación del caballo en esos festivales televisados se limita a unos pocos segundos, pero se puede observar que su estado general resulta óptimo. La jineteada en sí misma no resulta en modo alguno calificable como maltrato animal, pues el accionar del jinete tiene una clara razón de ser y una justificación. El uso del rebenque tiene como objetivo principal contribuir al equilibrio del jinete y las espuelas sirven de agarre adicional, además de utilizarse como elementos para azuzar al animal a fin de brindar un mejor espectáculo.

Por otra parte, habría que destacar también que es el jinete quien en muchos casos lleva todas las de perder, pues las probabilidades de que pueda mantenerse montado sobre el lomo de un corcoveante animal durante un lapso determinado de tiempo son bastante escasas y requieren una alta dosis de experiencia.

Las instancias de organización del espectáculo también deben analizarse. Los propietarios de los caballos o tropilleros, en la gran mayoría de los casos, cuidan con gran respeto y esmero a los animales "reservados", tal como se denominan. Esto es así no sólo a partir de un sincero afecto por ellos, sino porque también contar con un caballo invicto o con gran porcentaje de victorias por sobre el jinete es un motivo de orgullo que define muchas veces la calidad de la tropilla y, por ende, el precio de las contrataciones. Los tropilleros son mayormente hombres de campo que se criaron junto a los animales, están familiarizados con sus comportamientos y virtudes, y por eso los cuidan sin reparar en gastos ni en el tiempo que les dedican.

Cabe señalar que aquellos animales utilizados en las jineteadas no son aptos para otras actividades. Desgraciadamente, su inexorable destino termina siendo...

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