Jekyll y Hyde, Lang y Lang

Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Bruce Banner y Hulk, el hombre y la bestia y, muy vernáculo, Nazareno Cruz y el lobo. A esta galería de héroes ficcionales con dobles personalidades radicalmente opuestas, podría ser añadida, con los respetos del caso, la pareja que conforman Lang y Lang, el formidable pianista chino de nombre y apellido idénticos. Basta escuchar con atención The Mozart Album, que Sony acaba de editar, con dos conciertos para piano y orquesta y algunas sonatas para piano de Mozart, para descubrir a dos pianistas diferentes en un mismo envase, el sutil y profundo y el efectista y casi indecoroso.

Los cambios de un Lang Lang al otro no tienen que ver con algún viento favorable que lo introduce en el maravilloso planeta Mozart sino con la presencia del gran Nikolaus Harnoncourt que lo ubica sobre el camino correcto, ése en el que prima la música por sobre cualquier malabarismo que, por cierto, nadie hace de manera tan eficaz como Lang Lang. A sus ochenta y cinco, este director admirable, uno de los fundadores de la corriente historicista que sacudió las rutinas siempre románticas de la interpretación musical, logra con la Filarmónica de Viena un sonido orquestal especialmente bello, rebosante de contrapuntos y líneas internas ocultas que se transparentan casi milagrosamente. Y desde su amplísima base de sabiduría sabe sumar a Lang Lang a esa propuesta obteniendo del pianista un sonido y una expresividad plenamente mozartianos. En los dos conciertos que integran el primer compacto, el K.491, en do menor, y el K.453, en Sol mayor, se alcanza una integración y una elaboración discursiva altamente elogiables, en particular en el primero ellos, una obra de gran originalidad en el modo menor, un lejano antecedente de modos expresivos románticos que harían eclosión varias décadas después.

Pero en el segundo compacto, Lang Lang, solito con su alma, toca tres sonatas tempranas de Mozart y algunas piezas en registros tomados en vivo en diferentes teatros europeos, lejos de la autoridad rectora de Harnoncourt. Por entre las certezas inapelables de una técnica y un domino del teclado insuperables, sin olvidar algunas precisiones y buenas...

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