La jefa manda vacunar por decreto

La ministra de Salud, Carla Vizzotti, justificó las medidas para "retrasar lo más posible" el ingreso al país de la variante Delta.

Toda la resistencia y las dudas que el Gobierno venía mostrando hacia Pfizer se disiparon en menos de 24 horas y se transformaron exactamente en lo contrario: urgencia en el decreto para facilitar un acuerdo con el laboratorio. Después de casi un año de iniciadas las conversaciones con la empresa, Vilma Ibarra, encargada de explicar la novedad, justificó ayer que la Casa Rosada hubiera elegido esa herramienta jurídica y no el proyecto de modificación de la ley de vacunas de la oposición: "Hay proyectos que tardan en tratarse", dijo. Quienes participaron de la discusión legislativa dan sin embargo una versión más creíble: fue Cristina Kirchner quien, directamente, envió al recinto la orden de rechazar la propuesta de Carmen Polledo. Peor que ceder ante Pfizer, admiten, es regalarle la agenda de campaña al macrismo.

La del jueves fue una sesión de desconcierto y argumentos encontrados. Por la noche, diputados de la Comisión de Salud no estaban al tanto del decreto. Pablo Yedlin, su presidente, había sido terminante por la tarde. "El proyecto lamentablemente no soluciona el tema: estamos esperando la resolución del laboratorio porque no vamos a seguir cambiando leyes si el laboratorio no va a dar el acuerdo suficiente. Vamos a cambiarla cuando tengamos la garantía de la industria de que va a vender las vacunas", dijo. Pero nadie le estaba dando al oficialismo esa garantía. Al contrario: "Sin cambio en la normativa nadie va a dar un paso", contestó a LA NACION un lobista del laboratorio.

El Gobierno tuvo entonces que ceder. Cambió la propuesta y ahora confía en que Pfizer acepte . La oposición, en cambio, lo tomó como un triunfo propio. "Se comieron una trompada", describió en la madrugada del viernes un diputado de Juntos por el Cambio, todavía sin conocer los detalles del decreto que Ibarra y Carla Vizzotti anunciarían ayer, pero intuyendo que el Gobierno estaba sintiendo la presión y que, a partir de entonces, no tendría más alternativa que moverse al ritmo del imperativo de Copani: "Traeme la Pfizer, quiero la Pfizer, dame la Pfizer".

Es cierto que la oposición pudo haber tenido la misma iniciativa mucho tiempo antes. Pero influyó aquí, más que nada, un sector político con el que nadie contaba: padres que, interesados en vacunar a hijos discapacitados o con enfermedades graves, se agruparon y vienen...

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