Javier Milei y un nuevo mapa de poder

Javier Milei

Se corroboró el domingo lo que veníamos viendo. Es muy difícil encontrar una partida de nacimiento a estos fenómenos. Podría decirse que hay un cambio en cámara lenta en la Argentina, en el mapa político, desde la segunda mitad del año 2020. ¿Habrá tenido que ver la cuarentena con este cambio de humor tan acelerado? ¿Cuántos factores inciden? Seguramente una crisis económica muy larga, un estancamiento demasiado prolongado. Lo cierto es que ya hubo manifestaciones expresivas y contundentes de este cambio no en las figuras del juego sino en el tablero del juego en las elecciones de 2021, cuando empezó a achicarse la representación existente. Pierden votos lo que en aquel momento era el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Lo que sucedió el domingo no termina, pero es una marca muy importante en este proceso de transformación cuyo curso es misterioso. Estamos preguntándonos qué sentido tiene esta configuración nueva, este cambio tan rotundo en la política argentina que se expresó en la abstención en todas las provincias y en el creciente atractivo de una figura inesperada, sorprendente, que es Javier Milei, alguien que hace apenas dos años inspiraba ninguno de los pronósticos posibles de que hoy podía ser Presidente de la Nación.

La contracara de este fenómeno es una derrota importante. Primero, del peronismo. Perdió desde 2015, que es una elección comparable con la de ayer, 600.000 votos. Son una marca del achicamiento que está teniendo esta fuerza política como expresión de un cambio sociolaboral que se viene dando en la Argentina hace décadas y se aceleró con un incremento muy importante no solo en la pobreza sino en la informalidad laboral. Todo eso afecta a la representación del PJ. Pero también Milei representa, no hay que perder de vista este fenómeno, una derrota para Juntos por el Cambio. Hay que pensar en este dato: entre 2019, la elección de Macri contra Alberto Fernández, y las elecciones generales del 22 de octubre, JxC perdió 4.500.000 votos sin gobernar. Es un caso raro, de una fuerza política que sufre semejante contracción desde la oposición. Lo que vino a reemplazar Milei no es solamente al Gobierno. Viene a reemplazar, en buena medida, a la oposición.

Milei expresa un fenómeno inquietante que tiene que ver con una tendencia que no es solo argentina, que se está dando en muchas democracias de Occidente y es el rechazo a la política, derivado de un problema de insatisfacción económica. Hoy se pretende que la democracia garantice un mínimo de prestaciones económicas, un mínimo de bienestar que haga que el sistema se vea legítimo y que la magia de la representación se produzca. Hoy estamos ante una gran crisis de representación en la política argentina, que se expresa con la voluntad de un sector de la sociedad que quiere un cambio, la aparición de alguien novedoso, que tiene el raro mérito de ser un desconocido. Hay un lejano aire de familia, con todas las diferencias que pueda haber entre ambos, entre este Milei que llega a la Presidencia y aquel Néstor Kirchner que arriba en 2003 y también era un desconocido, alguien que venía del sur y al que solo se le conocía la esposa, que era legisladora. Kirchner venía con el atractivo de producir un efecto de que, al final, parecía que se "hubieran ido todos". Milei se abrazó a la misma consigna de esta campaña: "Que se vayan todos, que no quede ni uno solo". Esto es lo que representa su aparición en la escena, su éxito en la llegada al poder.

No es solo un problema de desprestigio de la clase política, que obviamente lo tiene. Podríamos hablar incluso de descomposición , de una clase política que ha dado en los últimos años un espectáculo deplorable de acusaciones cruzadas, manipulación de la Justicia, de niveles de corrupción muy altos, manejos muy oscuros de los servicios de inteligencia. Si bien el carácter sistémico de todos estos males hay que imputárselo al kirchnerismo, se extiende a las fuerzas de la oposición.

Hay también un cambio cultural. Algo central en la política, consustancial, ha cambiado: son las formas de comunicación. ¿Cuánto tienen que ver las redes sociales en la evolución de Milei, en su despliegue electoral? Hablamos de un candidato que no solamente prescindió de un partido. También prescindió de algo que a Mauricio Macri en su momento lo tuvo atado y es la inserción territorial. ¿Cuánto tiene que ver en este cambio la mutación de las comunicaciones por la revolución del teléfono celular y el acceso de la información? Esta mutación, que es muy profunda y le pone otra velocidad y nivel de ansiedad a la política, están en la base de este fenómeno nuevo. Es importante advertirlo porque ahora Milei tiene que gobernar, ya no llegar al poder. Y las cosas cambian.

Para los que analizamos la política en términos convencionales, para los que se mueven en la política en términos convencionales, como el derrotado Sergio Massa, los miembros de "la casta", esta nueva escena nos y los obliga a observar las cosas como en un espejo invertido. Lo que parece prestigioso lleva a la derrota. Lo que parece articulado y muy profesional, como lo fue Massa en el debate, no gusta. Gusta lo otro. Gusta el antihéroe, el que no parece político y aparenta no tener apego por el poder. Lo que le gusta a "la casta" no genera consenso. ¿Qué es lo que genera consenso? Es difícil saberlo. Gusta en Milei que no tenga los rasgos convencionales del poder.

Javier Milei en el Congreso

Las imágenes también nos dan indicios del funcionamiento actual de la política. Si vemos fotos de Javier Milei, podemos notar que siempre tiene cosas en la mano. Un cuaderno o un estuche con lentes. ¿Qué significa esto para alguien que vive metido y observa la política? Es la imagen de un cuatro de copas. Nadie poderoso lleva...

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