El irreverente e inolvidable Axel

Todavía me parece estar viéndolo ahí paradito, con apariencia de insignificante, de bicho raro, de alguien que acaba de entrar por la ventana; apariencia de jodita para Videomatch. Los que están con él en la foto acaso se pregunten: Por Dios, quién es este pibe. Y, sin embargo, el que está allí orgulloso, cuando los demás lo hacen con la mano abierta, el único sin corbata, no es un colado ni se está haciendo el gracioso. Es el representante de nuestra en la en Brisbane. Es el ministro más poderoso del gabinete. Es la estrella naciente de la economía mundial. Es .

Qué gesto, qué momento. Cuánto desafío hay en ese tipo que se viste distinto, saluda distinto, piensa distinto. Al corno con la corbata globalizada; al corno con la homogeneidad burguesa. Los kirchneristas no hemos venido al mundo a estandarizarnos, sino a prender fuego. Muestren ustedes, líderes de las grandes potencias, la espantosa levedad de sus buenas costumbres. Nosotros fuimos a Australia a "hacer lío", como pidió el ; fuimos con nuestra impronta revolucionaria. Y la revolución bien entendida empieza por la foto. Kicillof supo leer la trascendencia de ese instante y dejó para la historia una muestra de sublime rebeldía. El pequeñín que se arrodilló ante y el es ahora una figura definitivamente reivindicada.

Con su V de la victoria, mi amigo Kichi está diciéndonos muchísimas cosas. En primer lugar es un saludo y reconocimiento a Cristina. Porque en ese momento cumbre de su vida no se olvida de ella. Hola, Cristina, está buenísimo esto. Y buenísimo el avión que nos alquiló por 600.000 dólares. Un lujo asiático. Podíamos haber venido en Aerolíneas y nos salía gratis, pero ni Timerman ni yo estamos para firmar autógrafos en business class. La estoy pasando bárbaro. Sorry, no resistí y me hice una selfie con Obama. Pero míreme ahora. Todos estos tipos, los dueños del mundo, levantan sus manitos ridículamente, y yo, fíjese, soy el único que hago la V. ¡Los maté! Lo aprendí de usted, Cristina, que siempre es distinta. Yo le enseño economía y usted me enseña todo lo demás. Me parece increíble: pensar que pasé de darles clases a chicos en la UBA, que se me quedaban dormidos, a darle clases particulares a una presidenta, que me escucha embelesada como si yo fuera Keynes. Es impresionante, cuánto le agradezco. Pasé de la historia de la economía a manejar la economía del país. Hasta ayer era un teórico, un investigador, y de pronto fui experto en petróleo y manejé la expropiación de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR