Ironías y urgencias en un país inestable y devaluado

El ministro de Economía, Martín Guzmán, y el presidente Alberto Fernández, durante la exposición ante 12 de los 24 gobernadores por la negociación de la deuda con el FMI

Oscar Swarman es médico y está a cargo de la unidad febril de urgencia (UFU) del Hospital Donación Francisco Santojanni. Cumplirá este mes 59 años y hace 35 que trabaja en la misma clínica porteña. Pasó la Navidad en la UFU por la escala en la demanda de hisopados, hasta que un hombre lo abordó por la espalda y en un rapto de furia lo golpeó salvajemente en el rostro. El incidente obligó a reforzar con policías los centros de testeo de coronavirus de la ciudad de Buenos Aires y del resto del país. Como el ataque a Swarman, hubo muchísimos más. Una irónica metáfora de la crispación social en un país en el que hierve la intolerancia.

Todavía sin una voz que unifique sus demandas ni alineados detrás de una organización común que los represente, los trabajadores de la salud conforman hoy uno de los sectores más relegados en el mapa salarial . Ni siquiera los dos años de pandemia, que requirieron de esfuerzo y cancelación de vacaciones, empujaron su repunte en una economía inestable y con el peso devaluado.

En el país hay 650.000 trabajadores que se desempeñan en el sistema de salud pública , entre médicos, enfermeros, choferes y personal de maestranza, según un relevamiento de la Federación Sindical de Profesionales de la Salud (Fesprosa). El salario inicial oscila entre $60.000 y $90.000 de acuerdo con la jurisdicción y con la cantidad de horas semanales, precisa María Fernanda Boriotti , presidenta de la federación. La brecha salarial entre las provincias por una misma tarea hasta puede triplicarse.

Se reforzó la seguridad en los centros de testeos tras la agresión a médicos; el personal de salud es uno de los más relegados en el mapa salarial

La intención de la Fesprosa es forzar una paritaria nacional para el sector. Los acuerdos salariales en las provincias estuvieron casi en línea con la inflación, aunque con salvedades por bonificaciones no remunerativas que no traccionan el sueldo básico ni aportan a la jubilación, como sucedió, por ejemplo, en Santa Fe, Río Negro y Santa Cruz. El pago de sumas no remunerativas es un atajo cada vez más usado a pesar de al menos tres fallos en contra de la Corte Suprema. "Son aportes en negro que deterioran la calidad del salario. Es necesario fijar derechos y un piso básico", plantea Boriotti, una médica santafesina crítica de la...

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