De la inteligencia del bien individual a la del bien común

Desde el siglo XVII en adelante el racionalismo iluminista (y positivista) creyó en un progresivo aumento de la materialidad y rápidamente se instaló la idea libertaria del individuo y sus derechos inalienables de acumulación capitalista y explotación ilimitada de los recursos de la tierra. Ello constituyó una gran revolución, instaurada con la Revolución Francesa y los ideales de la Constitución de los Estados Unidos de América, que llevaría hacia la Revolución Industrial, el aumento vertiginoso de la población y de la migración hacia las ciudades, el desarrollo del conocimiento científico y la defensa de las libertades republicanas y democráticas.

A partir de 1950, los excesos de ese paradigma se hicieron notar. La conmoción de la bomba atómica sobre Hiroshima, con las consecuencias atroces de la Segunda Guerra Mundial; el fenómeno de inmensas metrópolis contaminadas, estruendosas e injustas; el impúdico aumento del poder de algunos sobre las multitudes excluidas, con el cinismo de la Guerra Fría, y desde ahora, además, las pandemias asesinas y el creciente relato de falsedades para vender injusticias llevan a denuncias ya inocultables de políticas injustas y nuevos infiernos por venir.

El elogio de lo individual se hizo cultura sobre las grandes masas urbanas y la mercadotecnia se encargó de ponderar sus ventajas y ocultar sus errores. La reciente propuesta de las Naciones Unidas de ir en busca de la Agenda 2030 aplicando los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) terminó de definir que debemos con urgencia cambiar de paradigma o podemos sucumbir a la vida en el planeta tal como la conocemos.

Edgar Morin nos esclareció: "No estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época". Y somos cada vez más los que pensamos y actuamos por una nueva responsabilidad social (¿capitalismo de rostro humano, socialismo democrático?), una economía verde y circular, una educación inclusiva por la cultura integral, un ambiente cuidado en el marco de un paisaje equilibrado.

Para marchar en esa dirección, el planteo del título de...

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