Insostenible política de subsidios

Una de las razones del fuerte aumento del gasto público en los últimos años ha sido la aparición de subsidios otorgados por el gobierno nacional que no formaban parte de los esquemas presupuestarios tradicionales. Se trata de nuevas e importantes transferencias a actividades y empresas distintas de las que usualmente se incluían en el presupuesto, como aquellas destinadas a la educación privada o al sostenimiento del culto y de otras instituciones científicas o entidades de bien público.Es claro que los planes sociales que atienden la extrema pobreza o la niñez no pueden analizarse con el mismo sentido crítico que aquel tipo de subsidios orientados a empresas de energía, transporte y otras actividades, que operan comercialmente y que deberían poder financiarse con la venta de sus productos o servicios. Así lo hacían antes de la devaluación y de los congelamientos tarifarios de comienzos de 2002, y muy poco se ha hecho para restablecer la situación previa a aquel episodio. Antes bien, la inflación creciente ha ido agravando el retraso tarifario y ha exigido enfrentar un constante crecimiento de las compensaciones estatales.El manejo y la asignación de esta clase de subsidios han mostrado un alto grado de discrecionalidad. Algunas empresas no recibieron compensaciones de ninguna especie y debieron encarar penosas reestructuraciones de sus pasivos. Varias de ellas no pudieron evitar entrar en concurso preventivo. En ciertos casos, como el de los corredores viales por peaje, el Gobierno tomó a su cargo las inversiones y logró de esa forma no sólo congelar, sino además disminuir las tarifas, pero casi desaparecieron las obras.Los aumentos inflacionarios de costos han sido permanentes y se han acelerado durante 2010. La intención del Gobierno de reducir gradualmente los subsidios, que había sido expresada al proponer el presupuesto de 2010, ha sido ya desvirtuada en los hechos. No sólo no se han reducido, sino que crecerán en más de un 30 por ciento. Los aumentos autorizados en algunas tarifas, como las aplicadas en los consumos eléctricos de grandes usuarios, constituirán un paliativo, pero no lograrán revertir el crecimiento de los desequilibrios y de las compensaciones estatales. Esto se observa tanto en el área energética como, más acentuadamente, en la del transporte público, en la que los precios se han movido con mucha mayor cautela. Las transferencias en dinero o mediante combustibles subsidiados u otras especies continúan creciendo y no parece haber...

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