La insólita parábola del funcionario ideal

Osvaldo Giordano, extitular de la Anses

Y de pronto, cuando nadie lo esperaba, surgió ante nosotros lo que parece el funcionario ideal. Una cualidad lo distinguía: mientras era entrevistado en vivo, por la tele o la radio, no hablaba como si lo hiciera para la cámara o el micrófono. Respondía sin evasivas y con claridad, sin falsa retórica . Por más que se refiriera a hechos muy delicados en los que había sido parte virtuosa, no se arrogaba protagonismo ni buscaba sacar rédito del asunto. Sin énfasis, evitando los juicios de valor, describía las cosas tal como eran, y así demostraba sin proponérselo lo preparado que estaba para la función que tenía a cargo. Entre los malos y lo buenos funcionarios hay una diferencia clave pero difícil de distinguir: los primeros saben lo que tienen que decir, mientras que los segundos dicen lo que saben.

Este funcionario, se ve, está entre los buenos. El único problema es que ya no lo es. Tras una actuación de dos meses en el equipo de gobierno, Osvaldo Giordano pasó a la categoría de exfuncionario. Esta semana, una recorrida por los medios del exjefe de la Anses ayudó a aclarar cómo destapó el escándalo de los seguros estatales, un affaire que involucra al expresidente Alberto Fernández y se suma a la larguísima foja de la corrupción kirchnerista. Pero, en muchos de los que lo escuchamos, Giordano dejó una duda: ¿puede un Gobierno que navega en medio de la tempestad echar por la borda un recurso tan valioso? ¿Puede permitírselo el país?

Nadie dice aquí que Giordano sea un ángel. Solo que exhibió ciertos valores que no sobran en la política. Además de mostrar eficiencia al detectar los millones que los amigos del expresidente Fernández se llevaban por intermediaciones innecesarias, impresionó como un hombre honesto, decidido a sanear las cuentas de un organismo que es caja negra de la política y fuente de enriquecimiento de políticos y empresarios corruptos. Ya había mostrado estas cualidades en Córdoba, como titular de la caja de jubilaciones y como ministro de Finanzas de Juan Schiaretti .

Al echar a Giordano, Milei se vengó contra quien no correspondía, disparándose además en el pie al debilitar el equipo de gobierno que lo acompaña

No sobran funcionarios que antepongan el interés del país al de un jefe político al que suelen responder. Esa lealtad acrítica y servil ofrendada al líder que lo ayuda a trepar en la escala del poder es uno de los pecados veniales más extendidos del político vernáculo. No...

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