La insólita alegría de Cristina Kirchner

, con su notable narcisismo político expuesto abiertamente en otros, Cristina Kirchner usó ayer para no decir nada. No parecía la presidenta de un país estremecido por una muerte tan escandalosa como simbólica. Ni siquiera nombró una sola vez al ni a sus familiares. Otra vez se olvidó de dar el pésame y, otra vez también, prefirió tapar esa muerte enorme con anuncios que se parecieron a los saldos de verano de una tienda. Hablemos de otra cosa, se propuso. Y lo hizo.

Llama la atención la frialdad y la frivolidad con que Cristina Kirchner abordó desde el principio el conflicto desatado por la denuncia y la muerte de Nisman. En el fondo de su alma, Nisman se había convertido en su enemigo, y lo sigue siendo cuando ya no está en este mundo. Su nuevo enemigo íntimo es ahora el informático Diego Lagomarsino, al que nombra o alude cada vez que habla. Ayer se acordó de él, sin nombrarlo, por un viejo tuit de hace dos años, que sus servicios de inteligencia rebuscaron mientras hurgaban en su vida personal hasta encontrar algo. Su problema es Nisman, no Lagomarsino.

La muerte del fiscal es un caso más grave aún, incluso, que el crimen del fotógrafo José Luis Cabezas, que conmovió el final del menemismo desde 1997. El insoportable crimen de Cabezas expresó, es cierto, los límites que enfrentaba la libertad de prensa frente a poderes mafiosos. Pero él sólo había mostrado una foto de un empresario de la peor calaña, Alfredo Yabrán, con fuertes vínculos con el oficialismo de entonces.

Otra cosa es la muerte del fiscal del atentado más importante que sufrió el país y el más importante que padeció la comunidad judía desde la Shoá. Nisman murió extrañamente cuatro días después de que denunciara a la propia presidenta por encubrimiento de terroristas. Ésa es la realidad que enfrenta la Presidenta, aunque ayer quedó demostrado, más que nunca, que su realidad es el relato y que no importa si éste está respaldado o no por datos objetivos.

Aprovechó para anunciar un aumento en los haberes jubilatorios, que dispone la ley de manera automática luego de una vieja acordada de la Corte Suprema de Justicia. Inauguró formaciones de trenes, pero no dijo que el kirchnerismo se ocupó del conflicto ferroviario (que consistía en trasladar personas en trenes inhumanos) diez años después de llegar al poder, luego de la tragedia de Once que dejó 52 muertos. Firmó un acuerdo de desendeudamiento con 17 provincias en medio de un discurso sobre el valor de las provincias, que...

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