La inflación: ¿una política oficial?

En el proyecto de presupuesto ingresado al Congreso Nacional se insiste en estimar una inflación tres veces inferior a la que surge de todas las previsiones. Recientes medidas fogonean el incremento de los precios, que impactan en los rubros que afectan a los sectores más empobrecidos, principalmente en los alimentos.Aunque no se lo admita, los subsidios tarifarios indiscriminados y el tipo de cambio actúan como anclaje antiinflacionario. La experiencia enseña que esta distorsión de precios no resulta inocua ni tiene virtuosa perdurabilidad. Sus consecuencias ya son evidentes. Los costos aumentan en dólares; además, alienta la entrada de fondos especulativos que obtienen suculenta rentabilidad. En su visita a la Cámara de Diputados, el jefe de Gabinete restó importancia a lo que preocupa a nuestros compatriotas. Lo mismo hizo el ministro de Economía.Se argumenta que la inflación no es mala y es el costo del crecimiento; obviamente que este falso diagnóstico esta desmentido por lo que sucede en la región, donde la inflación no supera un dígito. De allí que no se dispongan instrumentos para ampliar la capacidad instalada que llega a su límite, ni para que los turnos y las horas extras se transformen en nuevos puestos de trabajo registrado. Ello explica por qué estamos entre los siete países con esa magnitud del flagelo, que más temprano que tarde incidirá en el crecimiento y el comercio exterior.El superávit comercial en los primeros nueve meses se achicó el 21% y las importaciones crecieron el doble que las exportaciones, pese a las elevadas cotizaciones de nuestros commodities por la demanda y la debilidad del dólar. Deberíamos estar atentos ante la "guerra de monedas" y los flujos comerciales de nuestros principales mercados.Para quien escribe, la inflación tiene manifestaciones monetarias y en las expectativas, ahuyenta inversiones y no contribuye a la armonía social. Sus causas son complejas. En nuestro caso, se corresponden con el déficit fiscal, pese a la creciente presión impositiva, y con el subdesarrollo, que nos condena a transferir riqueza al exterior, porque no es lo mismo precio que valor-trabajo-innovación. Imputándola a una puja distributiva -según lo expuesto por el jefe de Gabinete-, al mismo tiempo que se la niega se anuncia que no se hará nada, aunque signifique un ajuste encubierto. ¿Cuántos compatriotas caen en la pobreza por cada punto de inflación? En todo caso, la puja surge cuando se advierte el deterioro en el poder adquisitivo y...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR