'Era un infierno': escapó de los maltratos, vivió en la calle, y el teatro lo rescató de elegir el camino equivocado

Emanuel Mercado tenía ocho años cuando comenzó a vivir en situación de calle

" La calle te da la opción de elegir : podés robar, podés sobrevivir pidiendo dinero o podés caer en la droga. Está en vos mismo qué camino agarrar". Emanuel Mercado tenía ocho años cuando comenzó a vivir en situación de calle. A esa edad, la Plaza Miserere, en el barrio de Balvanera, se convirtió en su hogar.

Los constantes abusos y maltratos por parte de su padrastro a él y a sus hermanas le hicieron una mañana levantarse y tomar el colectivo 32, que pasaba por la puerta de su casa, en Lomas de Zamora, hasta la estación de Once, donde un niño de su misma edad se le acercó y le incluyó en el grupo que se refugiaba ahí . " La ranchada , lo llamamos. Son chicos que se cuidan entre ellos y viven juntos. Comíamos en comedores comunitarios y nos bañábamos en la laguna del Parque Centenario. Eran nuestros lugares de sobrevivencia", agregó.

Emanuel nació en 1985 en Villa Fiorito, pero por cuestiones económicas, su madre, sus seis hermanos y él se fueron a vivir con su padrastro a otro barrio en Lomas de Zamora. Una humilde casita de madera era su hogar. "Los días de tormenta o de mucho viento, mi mamá nos mandaba a mis hermanos y a mí a sujetar el techo para hacer contrapeso y que la casita no se desarmara ", contó. Acudían a comedores comunitarios del barrio.

Mientras su madre trabajaba como empleada doméstica, los siete hermanos se quedaban a cargo de su padrastro. A las 7, comenzaba su infierno. "Él nos maltrataba, nos pegaba, nos amenazaba con un arma. Violaba a mis hermanas ", confesó. Sus dos hermanas pequeñas, víctimas de los abusos, tenían 9 y 11 años.

Emanuel nació en 1985 en Villa Fiorito, en la provincia.

" Ir a la escuela era para nosotros un refugio. Nos alejábamos de él. Aunque no era todos los días, porque, si no tenía ganas de levantarse temprano, no podíamos ir. Era otro día más de infierno", agregó. Angustiado y desesperado, con tan solo siete años decidió contar en el colegio lo que estaba pasando. Luis de Andrea , miembro del gabinete psicopedagógico, luchó por que el chico pudiera llevarlo a la Justicia.

"Mi mamá nunca nos creyó, ni a mí ni a mis hermanas. Incluso cuando su marido cayó preso, nos dijo que le habíamos arruinado la vida. Yo no quería vivir en la calle. Hubiera preferido que mi mamá me creyera", contó Emanuel.

Reparar

El grupo de "la ranchada’ acudía todos los domingos a el Caina, un espacio en el barrio de la Boca donde había talleres...

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