El infierno ¿está encantador?

En el mismísimo infierno esperando la próxima estación. Todos los cuerpos al descubierto. Como un enero en pleno asfalto, o más. Pasadas las 21.30, aparecen los integrantes de "La Aventura". José Manuel (Manu) es el último en tomar el escenario. Una vez que Radio Bemba pasó a formato DVD, los clichés chaísticos empezaron a pertenecer a la voz popular. "Próxima estación?", interpela él; "Esperanza", le contestan ellos. Así pasa un recital en el que, más allá de escucharse la combinación reggae-punk que sólo este francoespañol puede gestar (comienzos lentos, con base reggae, pero no del roots y un estallido a la mitad, en el que el pogo y el punk se apoderan del ambiente), todo va a estar empolvado con el aditivo poco agradable del sudor."Olé, olé, olé, Manu, Manu", se escucha de fondo. Gambeat (bajo) y Phillippe "Garbancito" Teboul (batería) son el sostén. Manejan los tiempos, manejan las masas. La gente espera a que ellos los vayan llevando, guiando entre la tranquilidad y la euforia. Guitarra colgante. Manu toca, canta. Se cuelga su acústica como si fuera un raquetero de tenis y hace su gesto, ese gesto que, de alguna manera, le pertenece. Micrófono en mano, camisa abierta, corazón delator. Golpea una y otra vez su pecho, simula un latido, lo comparte. Puños arriba, invita a su transpirado público (a estas alturas evaporados, muchos se desmayaron y tuvieron que ser rescatados por la Cruz Roja) a skapear con ellos."Mister Bobby" marca un poco el tempo y la temática. Como un himno hipnótico resuena el "Oh" del trovador combinado con el "Oh, Oh, Oh" de su público. Manu cambia de idioma -con facilidad de políglota- y de canción. Las mecha, las mezcla. Pasa por...

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