La ineficiencia de la crítica endogámica

La jefa del Estado presidió el jueves uno de sus kilométricos actos con gente zalamera que dialoga por teleconferencia, el staff habitual de funcionarios que la aplaude y le festejan sus ironías, y gobernadores que firman agradecidos certificados que acreditan que el Gobierno supuestamente los aliviará de sus deudas.

Insumió casi tres horas, la mayor parte del tiempo en cadena nacional (la N° 32 en lo que va del año; ayer tuvo lugar la 33», desde el Museo de Bellas Artes). Fueron cuatro discursos consecutivos: el primero en el Salón de las Mujeres Argentinas; los otros, en tres patios internos de la Casa Rosada ante una multitud de jóvenes que la vivaban.

Era el prime time televisivo y los canales perdieron, como tantas otras veces, mucha plata por las tandas de publicidad caídas e irrecuperables mientras Cristina Kirchner verbalizó, una vez más, su evangelio según San D'Elía ("amor, amor, amor") que incluyó, sin contradicción, cantidad de ácidos estiletazos para empresarios, medios de comunicación y adversarios políticos. Lo peor de todo: su intento de transfigurar en integrante de una agrupación de Milagro Sala al joven militante radical asesinado en Jujuy. Y no expresar solidaridad con los deudos, así como nunca lo hizo con la familia del fiscal Alberto Nisman, cuya muerte violenta aún se investiga.

¿Cuánto influye una pieza de este calibre, transmitida hasta los confines del país, en el ánimo y en la voluntad electoral de cada votante que sólo sobrevive aferrado a un plan asistencial que apenas le permite sacar la nariz fuera del agua en un país rico que le niega un desarrollo digno y autónomo?

Asombraba, en la imperdible crónica de Paz Rodríguez Neill, en LA NACION del domingo último, la esforzada y peligrosa travesía que tuvieron que hacer para llevar una urna hasta el pueblo de Chiyayoc, en la precordillera salteña, donde votaron tan sólo 32 personas, hace dos domingos en las PASO presidenciales. Pero impresionaba aún más que al llegar a ese remoto destino, una lugareña les preguntara como algo natural cuál era el parentesco entre la Presidenta y su pretendido sucesor Daniel Scioli. El primitivismo electoral en el que ex profeso se ha sumido a buena parte de la población es absolutamente funcional a la maquinaria oficialista para ganar.

Al término de la extenuante cadena del jueves comenzó por la TV Pública 6,7,8 y el conductor de turno, Carlos Barragán, se disculpó ante la audiencia: "Yo sé que a usted le gustaría que hubiese cinco...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR