El inconveniente de haber acordado las cosas con Néstor

Cinco intendentes comían días atrás en el conurbano bonaerense. El tema de conversación era Daniel Scioli, y la coincidencia, evidente: ¿qué razones tuvo, se preguntaban, el gobernador bonaerense para jugar aquel fatídico partido de fútbol con Hugo Moyano antes de haber recibido los 3000 millones de pesos que reclamaba para pagar los sueldos y el aguinaldo? ¿No habría sido mejor, como indica el manual básico del barón kirchnerista, cobrar y después jugar?La política argentina se ha degradado al extremo de que no resulte absurdo imaginar que ingresos familiares pendan de un once contra once. Una lógica difícil de creer que se extendió incluso al mundo de las empresas. Hace un año, el traspaso de la eléctrica Edelap a la órbita regulatoria de la provincia de Buenos Aires se demoró porque a Roberto Baratta, subsecretario del Ministerio de Planificación y entonces todavía funcionario relevante, no le gustó una línea publicada en off the record y atribuida a un ejecutivo del sector: el implicado celebraba las ventajas de que, por fin, las tarifas empezaran a depender de Scioli.No hay terreno más propicio a la arbitrariedad que un país con instituciones débiles. Desde que se convirtió en hombre poderoso, Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior, contagió a toda la administración de una modalidad sólo aplicable aquí: todo lo que se ordena o autoriza, desde una exportación hasta un corte de gas a la industria, se hace de palabra, sin registros ni normas que lo acrediten. Es cierto que, cuando la realidad sonríe, los empresarios parecen encantados. Pero el problema viene en la adversidad. No es así como estaba acordado, le contestó Sebastián Eskenazi a Cristina Kirchner, entre la plegaria y la blasfemia, en aquella última conversación que ambos tuvieron el 27 de diciembre. La Presidenta acababa de pedirle al entonces CEO de YPF que reinvirtiera las utilidades.El trasfondo de todo está en la muerte de Néstor Kirchner. Como Eskenazi, Scioli padece aún los reverberos de aquella partida. Es, por ejemplo, víctima de un pacto que sus funcionarios de finanzas recuerdan con malhumor: en su momento, a cambio de auxilios económicos que brotarían de las piedras, prometió no reclamar ni por la coparticipación ni por el fondo de restauración del conurbano.Pero la Argentina y el mundo son ya muy distintos. El miércoles pasado, dos ministros provinciales se quejaban de no haber sido atendidos en el teléfono por Hernán Lorenzino, titular del Palacio de Hacienda. Los...

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