La impotencia del empresariado argentino

La impotencia del empresariado argentino

La Argentina está en riesgo de embarcarse en dos decisiones que parecen de alcance limitado, pero que serán condicionantes de la vida futura del país: el default de la deuda externa y el impuesto a la riqueza. Se trata del tipo de opciones que marcan el destino de una nación por décadas, como señaló Harari. Y lo más sorprendente es la impotencia y la pasividad del empresariado no para alertar sobre las consecuencias negativas para su sector, sino sobre los efectos nefastos que tendrán esas medidas para toda la sociedad.

La Argentina debe comenzar a prepararse para el día después de la pandemia, hecho que aunque algunos preferirían demorar in aeternum, lo más probable es que deba acontecer en un par de meses. Para entonces, será fundamental tener a los sectores productivos focalizados en sacar al país adelante y mitigar el desesperante cuadro social que se presentará. Esos sectores tienen la carga impositiva más alta del mundo y están viendo cómo sufragar el aumento de la alícuota a los bienes personales; ante la falta de liquidez, muchos empresarios han debido caucionar acciones de sus compañías y endeudarse para poder abonarlo. La disquisición sobre si es a las empresas o a las personas es irrelevante ya que los fondos salen al final de la misma caja. La clase política se ha cebado cobrando impuestos sin medir las consecuencias, al punto de proponer un nuevo gravamen que provocará una estampida, una fuga estrepitosa de capitales -y de jóvenes emprendedores- como jamás hemos visto (provincias y municipios van por lo mismo, lo cual presagia que no habrá límite).

Si se hiciera una encuesta planteando en forma simple si se está de acuerdo con un impuesto "a los más ricos" para subsanar las necesidades de "los que menos tienen", seguramente más del 90% de los consultados se expresarían a favor. Lo mismo si se preguntara sobre la gratuidad del servicio de electricidad o sobre la duplicación de todos los salarios, sin tener en cuenta las consecuencias o la factibilidad de esas medidas. En estas instancias debe tallar la responsabilidad de los dirigentes. Con la intención de ayudar a los que menos tienen, se hace difícil argumentar la improcedencia de un tributo a la "riqueza", astutamente así llamado por el carácter peyorativo del término, cuando debería ser "a los bienes personales" o al patrimonio, a los cuales ya se está gravando este mismo año. Sería como llamar impuesto a la "usura" a un gravamen a...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR