La importancia del equipo

Sestetto Stradivari dell'Accademia Nazionale di Santa Cecilia Roma y Eduardo Hubert, piano/ Programa: Dvorák: Quinteto para piano y cuerdas en La mayor, op 81; Brahms: Sexteto para cuerdas en Si bemol mayor, op18/ Teatro Coliseo/ abono de nuova harmoniaNuestra opinión: buenoTanto los seis integrantes del Sexteto Stradivari como Eduardo Hubert son, sin la más mínima duda, buenos instrumentistas. Más aún, en diferentes ocasiones, a lo largo del recital, la mayoría de ellos tuvo su ocasión para poder exhibir alta capacidad técnica y expresiva. Sin embargo, como para cualquier actividad que implica el trabajo en equipo, el conjunto es mucho más que la suma de las partes y, en la totalidad, a pesar de la mencionada buena calidad individual de cada uno de los músicos, no se pudo percibir un ensamble cohesionado y preciso en la búsqueda de un objetivo artístico.En el comienzo de la obra de Dvorák, las sutilezas y el mejor arte llegaron de la mano del chelista Enrico Romano y Hubert. Tenues, vaporosos y envolventes, los sonidos hicieron presagiar una estupenda realización de uno de los quintetos con piano más bellos jamás escritos. Sin embargo, apenas superada la introducción, afloró un tutti por demás enfático, una turbulencia exagerada que, desde ese momento, sería casi una constante cada vez que el grupo dejaba que la pasión y cierto desborde condujeran la interpretación. Por supuesto, no son la pasión y el desborde emociones para desestimar o criticar per se. Pero sí lo son cuando oscurecen la sonoridad colectiva, desbalancean los equilibrios básicos e impiden distinguir texturas, contrapuntos, pasajes fugados y hasta melodías que, en algunos momentos, eran sobrepasadas por acompañamientos innecesariamente fuertes.El Quinteto, op. 81 de Dvorák es una obra de infinitas sutilezas...