En un idioma universal

La semana del Campeonato de Aficionados siempre deja historias que merecen ser contadas. Cientos de jugadores aficionados intentan clasificarse para disputar los matches y anualmente se ponen en marcha las esperanzas de caballeros y damas, mayormente chicos y chicas que sueñan con alzar primero la Copa Gordon Davis o Mackinlay de Maglione -correspondientes a la Clasificación-, y luego los trofeos y la medalla que los distingue como campeones amateurs. Además hay un condimento de gran tradición, porque nuestros certámenes de aficionados son, respectivamente, los sextos y séptimos más antiguos del mundo.Patricio Tolosa tiene 20 años y juega en Miramar, donde su padre trabaja en la cancha. Compitió esporádicamente como menor y en la medida en que su presupuesto se lo permitió, recibió ayuda de su Federación Regional. Este año logró buenos resultados en el Interfederativo jugado en Estudiantes de la Plata, el mismo de la Bruja Verón y Carlos Bilardo. La entidad pincha también es un club de golf y resultó una excelente sede de este torneo en La Plata hace unas semanas. Patricio llegó al San Isidro Golf Club con esperanzas -no necesariamente expectativas- y se clasificó entre los 64 que pasaron a la ronda de matches. Allí inició un recorrido que motivó una pregunta reiterada a medida que pasaban los rivales: "¿Quién es el petiso que empuja el carro?".Junto con los mejores argentinos había una veintena de extranjeros participando, algunos acompañados de sus coaches. Para varios, el San Isidro Club actuaba como escala de sus giras internacionales. Mientras que éstos tenían palos, bolsas y ropa de última...

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