La huella kirchnerista de la impunidad

Horacio Pietragalla, secretario de Derechos Humanos y un cristinista cerril, llamó a una jueza para "recordarle" que él había pedido la prisión domiciliaria de Luis D'Elía. La jueza dejó constancia por escrito en el expediente de la llamada telefónica del funcionario. Luego, Pietragalla pidió formalmente a la Cámara de Casación que aceptara el pedido de Ricardo Jaime para que su actual prisión efectiva se convirtiera en prisión domiciliaria. es uno los casos más emblemáticos de la corrupción durante los dos gobiernos Kirchner.Y es también el exfuncionario que más ostentación hizo de la riqueza recién adquirida. con un impecable criterio, los planteos de Jaime y de Pietragalla.Las cosas no terminan ahí. El viceministro de Justicia, Juan Martín Mena, otro cristinista de la primera hora, se hizo cargo violentamente del Programa de Testigos Protegidos (llevó hasta efectivos de la Policía Federal). Los testigos protegidos de la corrupción durante los años del kirchnerismo puro comenzaron a huir del programa. Corrían más peligro dentro de él que fuera. Para decirlo de manera directa: el programa de testigos protegidos para los casos de corrupción ha concluido. Se terminó.El mismo Mena le negó a la abogada Silvina Martínez, una colaboradora muy cercana de Margarita Stolbizer, sobre todo en las investigaciones sobre el robo al Estado, la información sobre el Instituto Patria, el sancta sanctorum del cristinismo. Le negó, en fin, el derecho al acceso a la información pública. La noticia, divulgada por el periodista Nicolás Wiñazki, significa un serio retroceso para el derecho de la sociedad a la información sobre las cuestiones públicas.El aspecto contradictorio de las andanzas de Pietragalla y Mena es que ambos son subalternos de la ministra de Justicia, Marcela Losardo, la funcionaria del actual gobierno que más respeto convoca en el ámbito donde se mueve, es decir, entre jueces y fiscales independientes. Losardo es una vieja amiga de Alberto Fernández. Tampoco el Presidente, hay que admitirlo, defendió nunca a Jaime ni a quien fue su jefe directo, Julio De Vido.La llegada de aquellos dos subalternos al Ministerio de Justicia fue consecuencia del entretejido que se hizo en las designaciones entre cristinistas y albertistas. Fuentes oficiales señalaron, incluso, que el propio Alberto Fernández descartó los dos primeros candidatos de Cristina Kirchner para viceministros de Justicia porque directamente eran "indigeribles". "Un desastre", admitieron...

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