Huérfanos de Estado: ¿Condenados a quedar a la intemperie?

San Miguel de Tucumán, 11 de diciembre. Un grupo de vecinos, armas en mano, organiza una barricada. Hay caos, miedo y saqueos, la policía está autoacuartelada, y ellos quedaron librados a su suerte. Están decididos a disparar contra el primer sospechoso que aparezca.Buenos Aires, 17 de diciembre. En una esquina, arden los restos de un contenedor de basura; varias personas baten palmas, golpean cacerolas. Las altas temperaturas no ceden y hace muchas horas que en el barrio no hay luz. Pero nadie aparece para dar alguna mínima respuesta.La primera quincena de este agitado mes terminó de constatar lo que ya venían denunciando las tragedias ferroviarias, la decadencia educativa, los vastos sectores de población condenados a la marginalidad. Algo que también se anunciaba en "los colegios que no enseñan, hospitales que no curan, policías que no protegen, colectivos que nunca llegan y celulares que no funcionan", como escribió Martín Maldonado en La Voz del Interior. Calamidades diarias traducidas en una extraña paradoja: la de un Estado ineficiente -en muchos casos, decididamente ausente- emergiendo tras diez años de una gestión que hizo de la recuperación de lo estatal una de sus banderas centrales. "Tenemos que mejorar las neuronas del Estado", proclamó Néstor Kirchner en julio de 2008. ¿Cómo conectar aquellas palabras con la violenta anomia que se vivió en distintas zonas del país? ¿Acaso el kirchnerismo, de postularse como el fundador de una nueva etapa histórica, pasó a firmar un nuevo capítulo en la larga historia de desmantelamiento del Estado argentino?Para Vicente Palermo, investigador del Conicet, la respuesta sería afirmativa: "La penuria del Estado argentino antecede al kirchnerismo; pero le cabe a este último arrastrarlo a una desarticulación más profunda".En sintonía, el politólogo Aníbal Pérez-Liñán, profesor en la Universidad de Pittsburgh, comenta: "El kirchnerismo abrazó la defensa del Estado para distinguirse de un menemismo desprestigiado, pero pronto descubrió que el fortalecimiento del Estado requiere mucho más que una condena indignada al neoliberalismo. Requiere la creación de una base fiscal independiente de los precios internacionales de las materias primas, la formación de una burocracia autónoma y profesionalizada, y la construcción de un marco legal fuerte que regule el comportamiento de la sociedad, en particular el de las elites. Estos tres pilares del fortalecimiento del Estado conllevan una reducción del poder discrecional de la presidencia. Por eso los incentivos para avanzar han sido muy pocos: el gasto público permanece atado a los ciclos económicos, la burocracia estatal es incapaz de estimar cuántas personas pobres hay en la Argentina, y el Estado de Derecho es hoy tan frágil como lo era en el menemismo".El 12 de este mes, cuando lo peor de los saqueos había pasado y el desquicio de los cortes de luz aún no se avizoraba, Leandro Despouy, presidente de la Auditoría General de la Nación (AGN), presentó un lapidario trabajo sobre el deterioro del sector energético. Además de...

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