En el horno

Al padre Juan Carlos Molina puede sobrarle voluntad para luchar contra las drogas, pero le falta timing político. Preocupado como muchísimos argentinos por los linchamientos a delincuentes, el sacerdote a cargo de la Sedronar opinó: "O frenamos la cultura de la violencia o estamos en el horno". Buena advertencia para el púlpito, pero pésima lectura de la última década.Lo bien que le vendría a este cura patagónico, guía espiritual del pingüinismo gobernante, tomar clases de cocina con Donato de Santis o Maru Botana. Con ellos aprendería que es imposible que haya cocción sin materia prima. Dicho de otra forma: la masa de violencia, que a su juicio nos pone a las puertas del horno, viene siendo leudada con tesón por el gobierno que él mismo integra.Tan sólo con insumos kirchneristas se podrían armar varios volúmenes de recetarios agresivos. Van algunas "desproporciones" para ir tomando nota:las trompadas de Luis D'Elía a un cacerolero, y los gritos y patoteadas de Guillermo Moreno, que hasta se hacía escoltar en la calle por un campeón de kick boxing.la arenga de Hebe de Bonafini a tomar la Corte Suprema por "turra" y "cómplice de la dictadura",el "Callate, atorranta" del "Cuervo" Larroque a la diputada macrista Laura Alonso, en el Congreso, las apretadas morales y laborales...

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