Entre horizontes conocidos

A riesgo de ser injusto en la generalización, diría que probablemente 2011 no sea un año para recordar cuando los historiadores deban dar cuenta de este momento del teatro independiente. En lo que hace a la relación con el público, no hubo ninguna obra que fuera unánimemente recibida ni que se impusiera sobre otra. Ningún nombre nuevo llegó a la escena para marcar un rumbo distinto o, al menos, no es posible percibirlo hoy. La prensa no encontró al creador que le sirva de personaje de tapa, como lo fueran años atrás los ya consagrados José María Muscari, Claudio Tolcachir o Maruja Bustamante. En términos panorámicos, diría que la escena independiente no marcó ningún punto de inflexión y se comportó de manera armónica con lo que venía haciendo. Desde lo argumental hasta lo más técnico, se vio una continuidad de años anteriores que en algunos casos podría considerarse repetición y en otros una búsqueda singular desde un código escénico fácilmente decodificable por el público. En tal sentido podría remarcar el cierre de la trilogía de Claudio...

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