Horacio Armani: un hombre de letras que ejerció el arte de la poesía y la reticencia

Hubo dos modos en los cuales Horacio Armani comunicó su temprana y continua alianza con la poesía: una fue la escritura de poemas, desde el inicial Esta luz donde habitas (1948), que publicó a los veintitrés años, hasta la ulterior antología de sus versos El sueño de la poesía (2008); otra fue la luminosa traducción de la gran poesía italiana contemporánea: no pocos lectores conocimos en su voz precisa a Cesare Pavese o a Eugenio Montale. Armani, que murió en esta ciudad a los 88 años, ejerció un apasionado arte de la reticencia: en la poesía por ese yo que, a veces intimando a través de un doble especular o un nosotros, manifiesta con rabiosa desilusión los acontecimientos del dolor o la pérdida y la fugacidad de la experiencia con un ritmo como demorado, que verso a verso late en una sintaxis lenta y que a menudo se materializa en el pulsar de las cosas concretas. "Una piedra, un insecto y un árbol son iguales, / tienen como una sangre que transcurre despacio / con el tiempo y el ruido de ese tiempo."Había nacido en Trenel, La Pampa, pero en los poemas persistía esa melancolía propia de Buenos Aires, que protesta irónicamente de la desgracia y sabe que la protesta misma es una forma desplazada de la vitalidad. Escribió sabiamente que "es un sueño la poesía", un "veneno lento", una "nada que ayuda", una "inasible victoria", y supo que "millares de poetas escribieron para nadie sus versos", pero también que la poesía debe continuar...

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