Historias que no se pueden ver en una foto

En Más que mil palabras (Emecé), Miguel Russo elabora una suerte de álbum de fotos narrado con más de cuarenta sucesos históricos ocurridos en 130 años: desde finales del siglo XIX hasta la actualidad. Justamente, el libro "habla" de imágenes, pero no incluye ni una sola. Es que para sus crónicas el periodista y escritor se centró en las peripecias personales de los fotógrafos y sus circunstancias para retratar escenas que, con el tiempo, se convirtieron en emblemáticas.

Una caprichosa selección de personajes y hechos que integran el libro se encuentran aquí con las fotografías de referencia y, en diálogo con LA NACION, el autor aporta una anécdota que confirma el encanto del juego editorial: así como el dicho dice, que una foto vale más que mil palabras, hay historias que ni las mejores imágenes alcanzan a contar.

Lewis Carroll antes de Alicia

"Era un interrogante la relación que tenía con sus modelos fotográficos: todas niñas con las cuales iba armando su Alicia narrativa. En el relato aparecen dos de ellas. Ambas escuchaban con fascinación las historias enloquecidas que les contaba Carroll en sus paseos por el río Támesis." Una era Alice Pleasance Liddell Hargreaves Taylor, la chica que supuestamente inspiró a Carroll para Alicia en el País de las Maravillas. La otra era Alexandra Rhoda Kitchin, la más fotografiada de todas. "Doce años de fotografías, de los 4 a los 16, y nunca una en la que estuviera sonriendo", dijo Alice mucho antes de saber que sería la protagonista de esta historia mágica.

Dónde poner los pies

"En 1997, cuando se cumplían 30 años del asesinato del «Che», viajé a Bolivia para cubrir como periodista los actos de conmemoración por su muerte. A contramano de los miles de enviados y visitantes de todo el mundo, subí a La Higuera cuando todos bajaban a Vallegrande, y me metí en la Quebrada del Yuro, mientras todos visitaban la tumba en la pista del precario aeropuerto donde habían encontrado sus huesos. Allí, en medio de esa nada, tuve por única vez vergüenza de mis zapatos. Cuando muchos años después me enviaron la foto [la única foto de las miles y miles de fotos del «Che» que pocos conocen], comprendí que debía escribirla." Después de perder sus botas al cruzar un río a pie, el "Che" se fabrica un precario calzado con tela, partes de un neumático y sogas. La foto que registra ese dato "es oscura, fea, inquisidora; es la foto de un hombre que supo dónde poner los pies".

Síntesis de una escena urbana

"El derrotero de...

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