Otra historia mínima

Roma, verano, calor. La gente ha huido en busca de la playa o la montaña. La ciudad está desierta, como tantas veces nos la ha mostrado el cine, de Il sorpasso (Dino Risi) a Caro diario (Nanni Moretti). Más silenciosa y vacía aun ya que estamos en vísperas del ferragosto , la festividad típicamente italiana que viene del Imperio -se dice que la estableció Augusto en el 18 antes de Cristo para sumarla a otras más antiguas que celebraban el fin de la labor agrícola y el comienzo del reposo- y coincide con el festejo católico de la Asunción de la Virgen, el 15 de agosto. Un feriado que nadie quiere desaprovechar.En medio de esa quietud sólo suena y se amplifica el zumbido de una motito. Es Gianni, el cincuentón de Trastevere que ha salido a hacer las compras, como todos los días, y de paso, quizás, a compartir alguna copita si se cruza con algún otro sobreviviente del éxodo. Gianni tiene sus obligaciones: hijo único de madre viuda; vive con ella y tiene que atender sus necesidades y sus caprichitos de anciana dama venida a menos. Una rutina a la que está habituado, pero que se alterará súbitamente cuando el administrador del edificio venga a proponerle una curiosa transacción: rebajar la abultada deuda que Gianni ha ido acumulando por falta de pago de los alquileres si éste acepta alojar por unos días -mientras él se toma vacaciones- a su también anciana madre.Es el principio de la historia que cuenta Gianni Di Gregorio en Un feriado particular ( Pranzo di ferragosto ), el film que le dio el premio a la mejor ópera prima en Venecia y que CDI estrena el jueves. Este romano de 61 años que lleva una larga carrera en el cine como guionista y asistente de dirección y que aquí, además de dirigir, es autor del libro y protagonista, sabe de qué habla: "Hijo único, y ya que mi mujer y mis hijas se habían esfumado...