La historia detrás de una mujer que vendió su casa en Nueva York y ahora vive en una isla remota sin agua corriente

La pequeña y única casa que tiene la isla fue construida en 2009

"La Isla Duck Ledges", decía el anuncio, "ofrecida en su totalidad".

Las fotos adjuntas mostraban una escena de belleza austera: un pequeño trozo de roca en aguas de color azul claro, con una pequeña cabaña y nada más , ni siquiera un solo árbol, para bloquear las vistas de 360 grados del océano y el cielo.

La isla estaba en la bahía de Wohoa, en el norte de Maine, a lo largo de una sección de costa rocosa conocida como la Costa Audaz.

Para cualquiera que haya fantaseado con tener su propia isla privada -¿y quién no, a juzgar por la forma en que tales paraísos capturan la atención mundial?- el anuncio de Duck Ledges, cuando apareció en junio de 2022, fue un llamado claro. Una de las personas que respondió a este llamado fue Charlotte Gale.

Charlotte Gale, terapeuta de masajes con licencia de Nueva Jersey, había pasado unos años difíciles. Su negocio desapareció de la noche a la mañana con la pandemia y los cierres. Tuvo que vender su casa con su jardín victoriano que había cultivado y cuidado durante más de una década.

Gale se mudó a un alquiler en Hoboken, planeando quedarse por un par de años mientras pensaba cuál sería su próximo paso. Pero luego, su arrendador aumentó el alquiler en US$770 al mes .

Tenía algo de dinero por la venta de su casa y comenzó a buscar anuncios en línea de una cabaña sencilla con espacio para un jardín, en un estado cercano como Delaware o Connecticut. Nada destacaba. Ningún lugar parecía especial.

Gale decoró la cabaña con una mesa, una hielera de metal de estilo antiguo y obras de arte enmarcadas.

Luego amplió su búsqueda a Maine y vio Duck Ledges.

En ese momento, el anuncio se había vuelto viral , y el dueño de la isla, Billy Milliken, estaba recibiendo llamadas de todas partes. Pero Milliken tenía una solicitud única, como Gale descubrió cuando respondió al anuncio. El comprador debía pasar una noche en la isla antes de hacer una oferta. No hay agua corriente y nada más que focas, patos y aves para hacerle compañía.

Días después, Gale estaba en el puerto deportivo de la diminuta localidad de Jonesport, un pueblo pesquero de langostas sin hoteles de lujo, con poca oferta de restaurantes más allá de una pizzería y sin un centro comercial o tiendas de cadenas por millas a la redonda. Un choque cultural para una chica de Nueva Jersey.

Christine Crowley, la agente de real estate de Gale, recuerda aquel día en el muelle, esperando a que Milliken la llevara a la isla en su barco.

"Solo...

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