La historia de cinco hermanos que se reparten el juego

Antonio Dimare tenía 14 años cuando el 10 de diciembre de 1957 se bajó en el puerto de Buenos Aires del "Conte Biancamano", barco que había zarpado de Nápoles 20 días antes. Viajó junto a su madre Teresa, su padre Cataldo y sus hermanos José y Alfredo; su hermana Sisina ya había emigrado un año atrás. Entonces comenzó a trabajar en un almacén y los fines de semana vendía pastas frescas por las calles del barrio para ganarse un dinero extra. Un día decidió crecer: pensó en comprar una fábrica de pastas, pero cuando llegó al barrio de Liniers con los clasificados del diario en una mano y un puñado de optimismo en la otra, la planta estaba cerrada y tuvo que cambiar el rumbo.

Por orden alfabético, luego de "pastas" estaba "plásticos". Caminó un poco más y llegó a una firma chica que se llamaba Barr, un taller rústico donde se fabricaban piezas de cotillón y otras poco complejas. Con sus dos hermanos juntó ahorros y compró el lugar. Pero enseguida la volcó a un nicho que veía promisorio: los juguetes didácticos.

Por aquellos años Dimare no tenía hijos; llegaron mucho después, para seguir su legado: hoy están al mando de la fábrica de juguetes de plástico Dimare, pyme familiar que se adaptó a los vaivenes económicos del país, compró Rasti, creó Blocky (ambos juegos de encastres de plástico) y logró que la compañía más grande del rubro, Mattel, le toque la puerta y ofrezca distribuir de manera exclusiva en el exterior.

"El secreto de las empresas familiares está en compartir la visión y trabajar en conjunto", explicó Gabriel Dimare, director comercial y cuarto hijo de Antonio. "Hay que respetarse mucho, aunque no siempre estemos de acuerdo en todo. Nuestro padre fue quien nos enseñó a respetarnos día a día, nos acompañó cuando quisimos innovar y nunca nos dejó solos". El último año, la empresa facturó $ 65 millones y proyecta cerrar 2015 con unos $ 90 millones.

Gabriel estuvo en el panel de empresas del evento "Pymes, el motor del desarrollo", organizado por LA NACION en el Malba, y su padre lo acompañó desde el auditorio. Dimare relató en primera persona cómo es trabajar en una empresa liderada por cinco hermanos, que cuenta con 100 empleados y que tiene 50 años de trayectoria. Habló también sobre el cuidado de las relaciones familiares y sobre cómo hicieron para trabajar juntas las distintas generaciones sin pelearse en el intento.

Eran pequeños: Daniel, Fabián, Sergio, Gabriel y Sabrina se divertían con los juguetes didácticos que fabricaba...

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