Un héroe a pura repetición

Cinco veces John McClane. Para los que están furiosos, rendidos o directamente hartos frente al despliegue ostentoso e inabarcable de secuelas que parecen entusiasmar a Hollywood cada día un poco más, se trata de una cifra difícil de digerir. ¿Pero qué podría esperarse a esta altura, en un universo entregado al reciclaje perpetuo, de un personaje concebido para resistir cualquier adversidad? No podría haber papel más propicio para el regreso recurrente que quien haya recibido alguna vez el título de Duro de matar . En el caso de McClane, el bautismo de fuego se produjo hace 25 años, durante una frenética noche de Navidad en un rascacielos de Los Ángeles, con un héroe en musculosa resuelto a salvar a una multitud de rehenes (entre ellos su esposa) de las garras de uno de los más extraordinarios villanos de las últimas décadas, el Hans Gruber de Alan Rickman. Ahora, para festejar las bodas de plata, McClane (que es decir Bruce Willis) regresará mañana por quinta vez a la pantalla, en un año en que el actor, duro de jubilar como héroe de acción, reaparecerá en al menos tres continuaciones de sendos éxitos de armas tomar. Para no perder la costumbre.Ya se dijo hasta el cansancio que el destino de Walter Bruce Willis, nacido hace 57 años en Idar-Oberstein, en la entonces Alemania Occidental, parecía escrito desde la cuna, ya que su padre era militar y estaba destinado allí junto con un contingente de fuerzas norteamericanas asentadas allí una década después del fin de la Segunda Guerra Mundial.Pero en este caso, más que el origen, ligado a las comedias amables con alguna buena dosis de arrojo (la celebrada serie Moonlighting en TV y un par de películas dirigidas por Blake Edwards en el cine), lo que impresiona es la llamativa y envidiable capacidad de Willis de perdurar en el tiempo y conservar la vigencia como héroe de acción. Una historia que empezó justamente hace un cuarto de siglo gracias al portentoso éxito de la primera Duro de matar.Tal vez por no depender tanto de los anabólicos y mostrar que el mejor músculo (más allá de un impecable estado físico) está en el cerebro, Willis logra hasta hoy conservar sin problemas un lugar en el Olimpo de los héroes de acción que supo ganarse en los lejanos años 80.Con los años, además, se las ingenió para sacar provecho de una característica física que para varios de sus colegas resulta un verdadero martirio: la afirmación de su calva perfecta como elemento identificatorio fue, en su caso, de la mano con el...

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