Con las heridas abiertas, España recuerda el 11-M

MADRID.- "Hace 10 años que muero un poco cada día", susurra Ángel de Marcos. No es una metáfora. Aquel 11 de marzo de 2004 una de las bombas que sembraron el horror en Madrid lo levantó por los aires en un andén de la estación de Atocha. Le estalló un tímpano y tiempo después le diagnosticaron una enfermedad neurodegenerativa, originada por el estrés postraumático.

A este agente de seguros, de 55 años, todavía le cuesta hablar de lo que vio esa mañana en la que el jihadismo ejecutó la acción terrorista más sangrienta de la historia de Europa, con 191 muertos y casi 1800 heridos: "Fue un ataque a una sociedad. Nos tocó a algunos sufrir más y cargar con unos recuerdos que no podemos ni describir".

Las heridas del 11-M siguen abiertas. Por la angustia de las víctimas, pero también por la división política que desataron las interpretaciones contrapuestas sobre quién fue el culpable del ataque, ocurrido tres días antes de un proceso electoral que terminó con ocho años de gobiernos del Partido Popular (PP) y devolvió al socialismo al poder, de la mano de José Luis Rodríguez Zapatero.

Un tribunal sentenció, en 2006, que el atentado contra cuatro trenes suburbanos repletos de pasajeros fue cometido por una red islamista radical integrada por 16 personas -en su mayoría marroquíes- que fueron condenadas y otros siete terroristas que se suicidaron con explosivos en las afueras de Madrid cuando la policía estaba a punto de detenerlos.

Pero, igual que desde el primer día, hay sectores que sostienen la teoría conspirativa de que ETA participó de la matanza y que existió una conspiración que ocultó esos vínculos para sacar del poder a la derecha. En esa visión, el socialismo ganó las elecciones al instalar la idea de que el atentado fue una venganza islamista por la participación de España en la guerra de Irak.

"Que se votara dos días después fue nuestra desgracia", sostiene Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo. "Nos convertimos en molestos para la clase política. El PP nos vio como culpables de su fracaso político. Y el PSOE marcó distancia con nosotros, como si temiera que cuidarnos los haría sospechosos."

Manjón perdió en uno de los trenes a su hijo Daniel, de 20 años, estudiante. "Siempre tomaba el primer vagón para bajarse rápido. Pero ese día habrá llegado con lo justo y subió al cuarto. Le dejaron una de las mochilas-bomba a su lado."

Entre el dolor y el activismo, cuenta con amargura cómo las tensiones...

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