El hallazgo de Tutankamón. Los secretos de la expedición que hace 100 años estremeció al mundo y el misterio de la maldición

El arqueólogo inglés Howard Carter examina el sarcófago de Tutankamón poco después de su hallazgo en 1922

Una exhibición inmersiva conduce a los visitantes a toparse cara a cara con la máscara de oro del faraón . La enorme imagen tridimensional los envuelve, la ciudad de Boston se convierte en el Antiguo Egipto y ni los chicos ni los adultos quieren dejar la ilusión atrás.

Una estatua gigante de otro faraón, esta vez sentado majestuosamente, amanece en una plaza seca de Verona. Los paseantes se preguntan qué hace ahí y tratan de tocarla para ver si es real . No lo es: pertenece a la escenografía de Aída, presentada el 23 de julio pasado a sala llena en la ciudad italiana, y colocada en un lugar público para atraer turistas.

El trabajo del filólogo francés François Champollion convoca ahora mismo a multitudes a la Biblioteca Nacional de Francia , para celebrar su genialidad a la hora de descifrar la antigua escritura divina de los egipcios. Por su parte, para honrar el desciframiento de la Piedra Rosetta, hace 200 años, el Museo Británico lanzará una megaexposición sobre jeroglíficos el próximo mes.

La Biblioteca Bodleiana, en Oxford, desafía a leer los escritos de Howard Carter en una muestra que reúne desde sus fichas de excavación hasta sus dibujos y diarios. El Museo Ashmolean, también en la histórica ciudad inglesa, propone que los niños acudan a ver una ópera infantil que les permitirá ponerse en los zapatos de Tutankamón. Los chicos son tentados también a visitar el Museo Petrie, en su casi desconocida sede del University College London, para dibujar las sandalias y el collar circular del faraón. En Mallorca, en Bruselas, en Moscú, en Washington se promocionan exhibiciones con objetos faraónicos "únicos" provenientes del Museo de El Cairo, del Museo Metropolitano de Nueva York, del Louvre y del Museo Británico. O sus réplicas, qué más da.

El hashtag #Tutankhamun100 invade Twitter . La serie MoonKnight, de Disney, arrasa con la combinación de superhéroes, dioses y momias egipcias. Decenas de libros vuelven a hurgar en el misterio de la vida y la muerte del faraón más famoso de todos los tiempos.

El mundo vive la egiptomanía más desenfrenada que se recuerde . La celebración de los 100 años del descubrimiento de la tumba de Tutankamón, el próximo 5 de noviembre, y del desciframiento de la Piedra Rosetta, publicada por Champollion en 1822, han desatado un furor que recuerda la moda que llevó en el siglo XIX a la construcción de salas de teatro y vestidos con remembranzas egipcias. El marketing, las pantallas, las redes sociales lo multiplican con experiencias sensoriales, didácticas o circenses. Todo vale.

Además de su Museo Nacional de la Civilización Egipcia (NMEC), Egipto expondrá tesoros al pie de las pirámides de Giza

Por supuesto, el gobierno de Egipto aprovechará el centenario del hallazgo del faraón-niño para lanzar un programa de ceremonias de tinte hollywoodense y, también, para inaugurar finalmente su más preciado tesoro: el Gran Museo Egipcio, construido al pie de las pirámides de Giza y cuya apertura oficial fue una y mil veces pospuesta.

Entre el 4 y el 6 de noviembre se brindarán conferencias exclusivas en Luxor (el programa incluye alojamiento en hotel 5 estrellas) a cargo de celebridades mundiales de la arqueología , como el equiptólogo Zahi Hawass, quien también compuso una ópera para celebrar a Tutankamón.

Como si Tut fuera el último ídolo del rock , se ofrecen ya tours presenciales por los más destacados monumentos egipcios (15 días, 8300 dólares por persona, pensión completa), paseos y conferencias virtuales, shows impactantes, últimos encuentros privilegiados con la historia. Nadie se quiere quedar afuera de la Tutmanía . Convertido en un objeto de consumo de masas, el faraón de oro, sin embargo, todavía guarda secretos que ni los expertos logran develar. El británico Howard Carter, quien descubrió su tumba hace 100 años, continúa siendo la mejor guía para adentrarse en el oscuro backstage de Tutankamón.

Momento decisivo

Despacio, desesperadamente despacio para los que lo contemplábamos, se sacaron los restos de cascotes que cubrían la parte inferior de la puerta en el pasadizo y finalmente quedó completamente despejada frente a nosotros. El momento decisivo había llegado. Con manos temblorosas abrí una brecha minúscula en la esquina superior izquierda. Oscuridad y vacío era todo lo que podía alcanzar una sonda, demostraba que lo que había detrás estaba despejado y no lleno como el pasadizo que acabábamos de despejar.

Utilizamos la prueba de la vela para asegurarnos de que no había aire viciado y luego, ensanchando un poco el agujero, coloqué la vela dentro y miré, teniendo detrás de mí a Lord Carnarvon, Lady Evelyn y Callender, que aguardaban el veredicto ansiosamente. Al principio no pude ver nada, ya que el aire caliente que salía de la cámara hacía titilar la llama de la vela, pero luego, cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, los detalles del interior de la habitación emergieron lentamente de las tinieblas: animales extraños, estatuas y oro, por todas partes el brillo del oro.

Por un momento, que debió parecer eterno a los otros que estaban esperando, quedé aturdido por la sorpresa y, cuando Lord Carnarvon, incapaz de soportar la incertidumbre por más tiempo, preguntó ansiosamente: "¿Puede ver algo?", todo lo que pude hacer fue decir: "Sí, cosas maravillosas".

El racconto de Howard Carter sobre el 26 de noviembre de 1922, cuando se enfrentó a la segunda puerta que sellaba la entrada a la tumba del faraón Tutankamón, es quizás una de las historias más renombradas entre arqueólogos y fans de la egiptología .

Carter, frente a la sepultura casi intacta del joven faraón

Ese momento decisivo consigue estremecer...

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