Paranoias que hacen ver fantasmas por todos lados

A Cristina Kirchner le cuesta pensar procesos. Si no fuera así, hace tiempo habría advertido que la inflación produciría un milagro: el de sacar de la inercia al anquilosado sindicalismo argentino para convertirlo, de nuevo, en un actor determinante de la vida pública. El miércoles próximo el Gobierno pagará el costo de la movilización a Plaza de Mayo que convocó Hugo Moyano en defensa del ingreso de los trabajadores. En ningún otro país de la región existe un Moyano. Porque en ningún otro país de la región, salvo en Venezuela, el aumento de los precios devora los salarios.Angustiada, la Presidenta busca horadar la legitimidad del camionero recurriendo a quienes lo enfrentan en la CGT. El jueves pasado convocó a su sindicalista predilecto, Andrés Rodríguez (UPCN), para que la visitara con Gerardo Martínez (Uocra), José Luis Lingieri (Aguas) y Omar Viviani (taxistas). Los acompañaba el ministro Carlos Tomada. La reunión debía ser secreta. Pero a Tomada se le escapó el dato hablando con un gremialista que no había sido invitado.La Presidenta evalúa recibir en las próximas horas a la mayoría del consejo directivo de la CGT que, encabezada por el secretario adjunto, Juan Belén (UOM), está enfrentada con Moyano. El Ministerio de Trabajo impugnará por irregular la convocatoria electoral realizada por el camionero para el 12 de julio. Sin que medien las urnas, Belén quedaría al frente de la CGT oficial.La iniciativa de acompañar al Gobierno ante la protesta del miércoles surgió de Oscar Lescano. El líder de Luz y Fuerza integra con Armando Cavalieri (Comercio) y Carlos West Ocampo (Sanidad) el grupo de "los Gordos". Desde su prodigiosa inmortalidad, sueñan con reproducir su vieja estrategia: conseguir a través de una conciliación las prerrogativas en nombre de las cuales otro sector, intransigente, llama al paro. La aplicación más exitosa de esa receta ocurrió en 1988, cuando estos mismos gremialistas implantaron en la administración de Raúl Alfonsín a Carlos Alderete como ministro de Trabajo. En la otra vereda, Saúl Ubaldini realizaba 13 paros generales.Los adversarios de Moyano esperan que la señora de Kirchner les conceda algunas de las medidas que exige el camionero. Quizá queden desencantados. La Presidenta presume tener méritos que la eximen de pagar por un respaldo. Además, ella cree estar enfrentando una maniobra destituyente. Esa interpretación la radicaliza y encierra. Un colaborador inmediato comenta: "Ella siempre habla mucho. Pero hay que temerle...

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