Gustavo Wahren, o Suecia en la Argentina

Si fuera posible olvidar lo inolvidable: el linaje que combinó azul y oro para dotar de colores a la divisa deportiva más popular del país, una de las de mayor trascendencia en el fútbol mundial, quedaría todavía en pie otra leyenda que asocia a Suecia con la Argentina: la memoria de Gustavo Wahren. Falleció anteayer en Buenos Aires, a los 95 años.En realidad, se llamaba Gustaf, no Gustavo, pero aquí españolizaron rápidamente el nombre. Hubo otro equívoco: Wahren no es un apellido de raíz escandinava, sino alemana. Además, Gustavo no había nacido en Estocolmo; había nacido en París, donde su padre representaba los intereses de Holmen, la famosa empresa sueca de papel.Dos o tres años atrás, veinte, entre los países de la Comunidad Europea, resolvieron publicar un libro encarnando lo más destacado de la presencia de cada uno de ellos en la Argentina en la personalidad de una figura sobresaliente. Los suecos no vacilaron en que Gustavo fuera su vicario. Que su trayectoria singular quedara debidamente reflejada en el libro y que él hablara por todos, con sus más de setenta años en la Argentina.La actividad de Gustavo fue la misma que la del padre y el abuelo paterno, y que la de Pedro, uno de los hijos: asegurar con la comercialización del papel sueco para diarios, uno de los mejores del mundo -si no el mejor-, sobre todo cuando no había papel de producción nacional, el abastecimiento de los diarios y revistas nacionales, provinciales y locales; mitigar los efectos de cepos de diferente orden que afectaran las importaciones, y fijar condiciones razonables de precio y financiación. Gustavo fue más lejos todavía: llegó a mantener por largo tiempo abierto el crédito a La Prensa, el gran diario de la familia Paz, cuando era notorio que se agotaba el ciclo histórico y la viabilidad de una de las publicaciones periodísticas que había sido reconocida en los tiempos de esplendor como una de las más completas, rigurosas y confiables entre prestigiosos pares en el mundo.Gustavo vivió en París hasta 1936, en que se trasladó a Suecia para completar su formación. Terminada la guerra, viajó a la Argentina en 1946. En poco tiempo evidenció la personalidad que lo convertiría en un hombre relevante entre las gentes de las empresas periodísticas argentinas. Era un mediador nato, un solucionador...

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