Guillermo Roux: 'Quisiera liberarme del pasado, ya no soy el mismo; quisiera ser capaz de reinventarme'

Las calles de Martínez huelen a jazmín, a flor de azahar, a pasto húmedo. Pedalear hasta la casa del maestro , arrimar una vez más la silla junto a su sillón, es como renovar un ritual. El té frutal, el budín casero, las luces encendidas, las puertas cerradas, los gatos acomodados para dormir al arrullo de nuestras voces. El ejercicio del recuerdo es algo que venimos haciendo cada semana desde que comenzó el año, cuando empezamos a escribir sus memorias conversadas, a repasar cada pasaje de su vida. Pero hoy el encuentro es distinto. Para empezar, no estamos solos. Un fotógrafo pone performático a , 85 años, pintor de caballete: se divierte pensando poses, juegos, pinta un ojo en un cartón y se lo pega en la frente, habla con una cabeza de utilería de su taller como si fuera un oráculo, toca una trompeta, se ríe, se pone serio... Una idea le sugiere la otra y así. El juego parece ser una parte importante de su vida. "A veces parezco más serio, pero siempre parto de un juego: dramático, triste, romántico, absurdo, contenido... Así la realidad no tiene límites. Si cada situación que vivo no se transforma en una sucesión de imágenes, música o palabras, no hay posibilidad de hacer nada, para mí."

-¿Pintar supone ese estado mental dispuesto a divertirse?

-Es liberador lo que siento. No me limita el pensamiento. Y así, cuando estoy dibujando o pintando, también se me puede ocurrir el sonido de una orquesta. Sobre todo con el color. No pienso en un rojo o un verde. Pienso, ¿y si acá sale un trombón? ¡Acá violines! Para los verdes, en general, evoco al perfume del pasto después de la lluvia, un olor que me atraía muchísimo en mi infancia. Todas las teorías del color siempre me parecieron absurdas. Si hay una armonía o relación es porque la hay, no porque yo la haya calculado.

-¿Cada vez más liberado?

-Va en aumento. Soy más libre. Hay tantas cosas que ya no me importan, aunque simulo que sí, porque uno aprende a convivir en sociedad. Internamente voy siguiendo mi camino. Pero ahora hay momentos que no son tan de broma. Debería encontrar la actuación, pero no la encuentro exactamente: pienso mucho en la muerte. Pero al mismo tiempo, valoro muchísimo más el instante. Y lo que me acontece, lo que veo, oigo y siento vale por mil. Lo que antes podía dejar pasar, hoy no: todo tiene una importancia. Todo tiene un sentido multiplicado. Veo una nube y me parece maravillosa. Es una nube, sí. Pero no va a haber otra.

-No como ésa.

-No. Habrá otras. Estoy mucho más atento a las estaciones. Voy sintiendo en el aire cuando se acerca el otoño o el verano. Percibo con mucha más fuerza el tiempo que...

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