La guerra de las estatuas

M ármoles y metales podían aspirar hasta no hace mucho a un pasar bastante plácido, admirados o ignorados por quienes caminaran a su lado, siempre y cuando no evocasen a algún caudillo depuesto.Pero ésa es historia vieja porque los tiempos normales ya se acabaron hasta para las inertes estatuas y a ellas también todo les puede cambiar de un momento para el otro.Para poner a Juana Azurduy, que luce más latinoamericana y nada conquistadora, a Cristóbal Colón pretenden desalojarlo del enclave capitalino que ocupa desde hace 103 años para mandarlo de vacaciones eternas a una plaza de Mar del Plata, que, para colmo, ya tiene su propia escultura del descubridor de América. En cambio, sin peleas, desde anteayer los fantasmas de Eva Perón y Jorge Luis Borges, encarnados en sendas estatuas, juegan una silenciosa e inmóvil coreografía en los jardines de la Biblioteca Nacional.País de extrañas paradojas literarias e históricas ahora conviven allí en frío metal los que cuando eran de carne y hueso se despreciaban y levantaban temperatura a la sola mención del otro. El entonces auxiliar de la Biblioteca Miguel Cané fue degradado burlonamente a inspector de mercados de aves de corral mientras la actriz que protagonizaba radioteatros sobre mujeres célebres se convertía en una de ellas al volverse primera dama y cofundadora del peronismo.Es de esperar que las figuras corpóreas de Jorge Luis y María Eva sólo deban soportar las inclemencias climáticas, y no de algún vándalo furtivo (como le acaba de pasar a un busto de la segunda esposa de Perón en Tinogasta, que quedó hecho trizas). El escritor eximio y la abanderada de los humildes son exhibidos ahora en estáticas versiones junto a la nave intergaláctica sesentista que Clorindo Testa pergeñó como Biblioteca Nacional. En ese mismo lugar estaba el palacio Unzué, demolido por la Revolución Libertadora, en su afán frustrado de no dejar rastros de Juan y Eva Perón (ella murió precisamente allí).Carlos Menem, que inauguró la actual sede de la Biblioteca Nacional después de treinta años de obras paralizadas, y que supo tener calle y pista de aterrizaje propia en su natal Anillaco en el esplendor de su década ganada, acaba de ser condenado a siete años de prisión por el contrabando de armas a Croacia y a Ecuador.Al riojano también se le había dado por las estatuas y justamente fue él quien impuso esa espectral y esquelética Eva cerca de la Biblioteca, en 1997, para lo cual desplazó al parque de enfrente el monumento que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR