Corrupción, el otro gran deporte nacional

RÍO DE JANEIRO.- La orden de inmediata encarcelación de un diputado condenado por malversación de fondos, la primera contra un legislador en 25 años, es la primera respuesta al clamor de "¡Basta!" contra la corrupción, un flagelo que carcome desde hace décadas a Brasil.La prensa y el cine muestran la corrupción como un monstruo de muchas cabezas, con los policías, los políticos y los proveedores del Estado como los principales sospechosos: sobornos, pago de favores, tráfico de influencias son moneda común."La corrupción cuesta al año de 22.850 millones a 36.560 millones de dólares, el equivalente a entre el 1,4 y 2,3% de toda la riqueza producida -dijo el fundador de la ONG Cuentas Abiertas, Gil Castello Branco. Esto corresponde a lo que el gobierno invirtió en cuatro años [US$ 22.850 millones] en su programa de aceleración del crecimiento, en rutas, aeropuertos, puertos, la construcción de un millón de viviendas y 57.600 escuelas."Brasil, la sexta economía del planeta, se ubica tan sólo por detrás de China entre los países emergentes más corruptos, según Transparency International. "La nota de Brasil es inferior a 4 sobre 10 desde 1995", informó Claudio Abramo, director de Transparency Brasil.A su juicio, los brasileños tienen la impresión de que "el crimen no paga", que viven en el país de la impunidad, que existe una "tolerancia brasileña" a la corrupción.Muchos factores contribuyen a ello: la inmunidad parlamentaria; que los legisladores no puedan ser juzgados por tribunales ordinarios; un secreto bancario excesivo, o la financiación de...

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