La gran batalla: Mauricio vs. Macri

Como cualquier presidente, tiene muchos rivales/contendientes/enemigos. No me voy a tomar el laburo de citarlos. Los hay más y menos duros. Por ejemplo, Massa lucha para derrotarlo; Cristina, para derrocarlo. Pequeño matiz. Pero además, periódicamente se le aparecen dos adversarios difíciles de catalogar. Uno es su gobierno. El otro, Mauricio Macri.

Empecemos por el segundo. Cada vez resulta más nítido que el Presidente se desdobla en dos. Para entendernos, al bueno, al que sueña con cambiar la cultura política del país, vamos a llamarlo Mauricio. Al picarón, al que pone piedras, Macri. Me van a decir que es común tener una doble personalidad. No tanto. Cristina es parejita: siempre es Cruella de Vil. Lo mismo Aníbal Fernández: siempre es un poco peor. En el Presidente, el juego de roles es fluido. Cuando se constituía el gabinete, bajar línea dura a los ministros sobre honestidad y transparencia fue, obviamente, trabajo de Mauricio. Cuentan que llegó a amenazar: "Al que encuentro en algo raro, le corto los dedos y lo saco a patadas". Un viejo dirigente del PJ, sin manchas de corrupción (sí, no hay error de tipeo), me decía el otro día: "Es un gobierno que se equivoca más de lo que acierta, pero la verdad es que no están afanando". Mientras Mauricio ponía esa piedra basal, su otro yo, Macri, dejaba la AFI en manos de Arribas y de Majdalani. Pobre Mauri. Se le escapó Macri.

En el affaire del Correo (hay que agradecerles a los franceses la palabra affaire, que convierte escándalos de cuarta en episodios cool), las dos personalidades del Presidente pelearon a brazo partido. Cuando parecía un triunfo seguro de Macri, Mauricio se rehízo y terminó consiguiendo un empate salvador. La historia fue así. Después de seis meses en la Casa Rosada, Mauricio estaba convencido de que las cosas iban bien y que incluso irían cada día mejor. "No nos para nadie", se animaba en la intimidad. En cambio, Macri venía con perfil bajo, esperando para hacer de las suyas. En ese contexto, Mauricio logró un acuerdo para que el Estado le pudiera cobrar una vieja y multimillonaria deuda por el Correo a la empresa de su familia; a su propia empresa. Lo que consiguió es revertir un acuerdo vil entre el kirchnerismo y su padre, Franco. A cambio de no pagar, Franco acompañó durante 12 años la gestión de Néstor y Cristina. Tan feliz estaba con ese arreglo inconfesable que siempre se lo vio más cerca del matrimonio que de su propio hijo. Ya en el poder, Mauricio le puso fin a...

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