El gong de la suerte y la relajada experiencia de comer en un templo budista, en pleno microcentro

Restaurante japonés, Furaibo, de Gustavo Aoki.

El lugar muchas veces para desapercibido, se esconde entre callecitas empedradas y el ajetreado ir y venir del microcentro porteño. Tras subir una angosta escalera de mármol de una antiquísima casona centenaria, ubicada en Adolfo Alsina 429, y tocar el famosísimo "Gong" (instrumento de percusión musical) de la suerte comienza a suceder la magia: aparecen distintivos faroles de papel (de color rojo y blanco) y un agradable aroma a incienso. El chef y monje budista, Gustavo Aoki con una reverencia te recibe en "Furaibo", su restaurante, casa de té y templo. Mientras que afuera se oyen murmullos de los transeúntes y más de un bocinazo de los colectivos y coches, allí en la llamada "casa del Dios del viento ", reina la calma. Y una suave melodía japonesa invita a relajar los sentidos.

Restaurante japonés, Furaibo, de Gustavo Aoki.

Chef y monje budista: Gustavo Aoki

"Namanda" , expresa Aoki, mientras se acerca a un amplio altar repleto de velas, flores, telas rojas, serigrafías, fotografías, jarrones, plumas, ofrendas, esculturas y el infaltable buda. Para la ocasión luce un cómodo ambo negro y unas sandalias de cuero blancas. "Aquel mantra me lo escribió mi maestro. Dice luz infinita y vida eterna para todos los seres", afirma el sensei y nos acompaña a ubicarnos a una mesa rectangular en el centro del salón. Al instante, trae una coqueta tetera con matcha (té verde) y pequeños pocillos; y para maridar: unos deliciosos dulces japoneses. Luego de saludar a varios habitués toma asiento y comienza a relatar su historia.

Restaurante japonés, Furaibo, de Gustavo Aoki.

Sonríe cada vez que nombra a sus padres y rememora anécdotas de su infancia. "Soy hijo de japoneses. Ellos emigraron en la década del 60 de la ciudad de Gifu. Tamotsu, mi padre, era técnico avícola y siempre soñó con ser agricultor. Cuando se instaló en Buenos Aires comenzó como floricultor. Al tiempo, logró comprar una pequeña parcela de tierra y armó su propia producción de claveles, rosas y frutillas. Con mis hermanos nos criamos en un campo en Moreno", rememora y bebe su infusión predilecta. Cursó la primaria en una escuela católica y la secundaria en el Liceo Militar. Luego se anotó para estudiar Física. Asegura que le gustaban las matemáticas, pero en aquella época su gran afición era el trekking. Le fascinaba irse de vacaciones solo y hacer montañismo. De hecho, al día de hoy cada vez que le consultan cuál es su lugar en el mundo...

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