Otro golpe al corazón de Racing y a Zubeldía

No sucedía demasiado, la verdad. Arsenal era mejor que Racing, pero lo suyo no era una barbaridad, apenas un canto al orden y el progreso. La Academia corría con los botines desatados, trastabillado cuando avanza y cuando retrocede. Hasta que, de pronto, Gustavo Alfaro, el astuto entrenador de Arsenal, lanza a la cancha a dos hombres de recambio con ideas frescas. Que entienden el juego y sus circunstancias. Primero, la presentación de Sperdutti en lugar de Furch. Luego, la claridad de Rolle en el sitio del pibe Carrera.Al rato, nomás, un envío de Aguirre encuentra a Caraglio en off side. Pasivo y lejos del arco, el delantero se queda parado, sin intervenir. Por ese sector, escurridizo, surge Sperdutti, alentado por el estudioso entrenador: "Seguí, seguí", le grita. Fácil detectarlo: el magnífico escenario está desierto, por aquella mala educación académica en los festejos por la caída de su rival de siempre. El ex chico de Newell's sigue, entonces, en la más absoluta soledad. Y en el más absoluto silencio, levanta la cabeza y ve a Rolle, el otro ingresado. El zurdo picante apunta, dispara y celebra. Y cerca del final, hace lo que quiere: captura un envío de Aguirre (¡qué bien que juega!: entiende el arte del espacio vacío a la perfección) y descubre del otro lado a Rolle. El balón finaliza donde finalizan los golazos: en un ángulo. Arsenal le gana a Racing por 2 a 0 en el desierto, en la noche fría y desolada.Otro golpazo: un empate y tres derrotas en serie en el torneo Inicial y otra caída en la Sudamericana contra Lanús. Luis Zubeldía, el joven y meticuloso conductor de la Academia, parece tener las horas contadas. Ni antes ni ahora: nunca le encontró la vuelta de rosca a un equipo con jóvenes promesas y soldados experimentados. Racing está último: el peor de todos.Braghieri le cometió un penal a Viola cuando el juego iba 0-1, es verdad. Tuvo un par de ocasiones la Academia, es cierto. Pero no alcanza. No basta. Su imagen es la desconexión absoluta, una formación frágil en identidad y...