Golpe a golpe, verso a verso

Aunque haya pájaros de mal agüero que se empeñen en pronunciar obsesivamente la palabra "golpe" una y otra vez, la Argentina celebrará el año próximo tres décadas continuadas de democracia, contra viento y marea.

La muy desprolija salida del poder del presidente paraguayo Fernando Lugo, dispuesta por el Poder Legislativo de ese país, y convalidada por su Corte Suprema de Justicia, activó viejos traumas no superados de la infancia justicialista.

Aunque resulte antipático hay que recordar que el "útero" político donde se gestó el peronismo fue precisamente fecundado en el seno de un golpe de Estado. En la "revolución" del 43 -eufemismo más romántico con que se sublimaba entonces lo que era pura y gravemente un "cuartelazo"- pronto se destacaría el coronel Juan Domingo Perón, con una acumulación irrepetible de cargos en la historia argentina: vicepresidente de la Nación, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión (punta de lanza de su colosal carrera política).

Si ese gobierno de facto tenía un sesgo nacionalista, no se puede decir lo mismo del conservador golpe de Estado de 1930, que inauguró la oprobiosa serie de derrocamientos, en ese caso de don Hipólito Yrigoyen, y en el que también un joven capitán Perón participó activamente.

La Presidenta calificó lo que sucedió en Paraguay como un "golpe suave" (verdadero dislate lingüístico que procura juntar a casi dos antónimos); el canciller Héctor Timerman agitó de manera poco caballeresca, teniendo en cuenta que se refería a una dama, que "quieren voltear a Cristina". Los repetidos topetazos públicos de Hugo Moyano en los últimos tiempos, con su saga de paros, actos multitudinarios, declaraciones furibundas y autoproclamación como jefe cegetista por un nuevo mandato, han multiplicado la frecuencia en el uso de esa palabra y sus parientas cercanas ("golpista" y "destituyente") hasta volverla rancia y de significado menguante.

Como un luchador de catch (y con sus mismas discutibles reglas), el peronismo recibe y da golpes por debajo de la cintura. Lo acaba de recordar el ex presidente Fernando de la Rúa ("Lo de Lugo es comparable con lo que me pasó a mí").

¿Y qué decir de los no tan asordinados "golpes internos" propinados por un sector del peronismo a otro en distintas épocas? ¿No fueron víctimas de ellos, acaso, el ahora reverenciado Héctor J. Cámpora y el más fugaz aún Adolfo Rodríguez Saá? ¿Eduardo Duhalde se dio un "autogolpe" al decidir acortar su presidencia provisional por la...

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