El Gobierno, víctima de una estrategia suicida

Alberto Fernández

Alberto Fernández observa con inquietud el endurecimiento del Congreso frente a sus tratativas con el Fondo Monetario Internacional. A tal punto que, en estas horas, el equipo jurídico del Ministerio de Economía estudia la posibilidad de eludir la discusión parlamentaria con un decreto de necesidad y urgencia. Fernández no observa que sobre él se cierne otra tormenta: también el Fondo se endurece . Los compromisos que el Presidente asumirá en China , con un memorándum de adhesión a la Ruta de la Seda y la aceptación de inversiones en el campo nuclear , modificarán el temperamento de potencias decisivas en el directorio de ese organismo. Fernández espera que Pekín ceda ante un requerimiento para el cual, hasta ahora, viene siendo inflexible: que los renminbis que constituyen parte de las escuálidas reservas del Banco Central puedan ser utilizados para operaciones comerciales con la propia China.

En varias cancillerías tomaron nota de otra novedad: el 27 de diciembre el Ministerio de Relaciones Exteriores envió a China un documento solicitando financiación para un listado de 17 emprendimientos de infraestructura . El número 13 se refiere a "proyectos de conectividad y fibra óptica". ¿Huawei será adoptado como operador de la tecnología 5G ?

Este acercamiento es determinante no solo para la conducta de los Estados Unidos. Influye también sobre Japón, vecino de China y segundo socio del Fondo; y sobre Alemania, que es el tercer accionista, después de los chinos . Los Estados Unidos, Japón y Alemania celebraron el viernes pasado el "avance en un principio de acuerdo". Sin embargo, dejaron claro que todavía falta "un programa fuerte y creíble que garantice el crecimiento de la economía argentina". Traducido: seguirán negociando, incorporando ahora las resoluciones que Fernández anunciará en Pekín. Un detalle: Gustavo Beliz , responsable de monitorear la relación política con los principales accionistas del Fondo, desistió de viajar a China . Él sabe que el frente diplomático, aunque menos estridente, puede ser un obstáculo mucho más desafiante que el Congreso para alcanzar un acuerdo por la deuda.

El Gobierno está pagando un costo altísimo en la negociación con el Fondo. No se debe a las exigencias draconianas de ese organismo. Se debe a su disparatada manera de tomar decisiones. Un camino que, en la emergencia, podría ahora desembocar en tener que aprobar un eventual entendimiento con un decreto de necesidad y urgencia. Es lo que hoy está estudiando el equipo legal de Martín Guzmán.

El oficialismo está siendo víctima de una estrategia suicida. Fue la que definió Cristina Kirchner, y Fernández aceptó, en diciembre de 2020. En esa oportunidad se resolvió que las negociaciones que se habían abierto con el Fondo, para alcanzar un acuerdo en febrero de 2021, se postergarían hasta después de las elecciones.

Esa decisión estuvo basada en la convicción de que los ajustes a los que obligaría ese entendimiento, en especial un aumento de las tarifas energéticas, conduciría a un fracaso electoral. Como les ocurre a menudo, los líderes del kirchnerismo, sobre todo la vicepresidenta, no analizaron el costo del camino alternativo que estaban escogiendo. La opción de seguir renunciando a un programa en medio de la crisis deterioró todavía más las principales variables económicas. Por encima de todas, la inflación. El consecuente deterioro de los ingresos de la población condujo a la derrota en las primarias de septiembre. Las decisiones de emergencia que se adoptaron después de ese resultado no consiguieron revertirlo. Había sucedido lo que era de esperar. Los ajustes se produjeron igual. Solo que no fueron dispuestos por leyes, decretos o resoluciones. Los dispuso la realidad, por el desistimiento de los encargados de gobernar .

Así se llegó a la...

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