Un gobierno maleducado y perdido apunta contra el futuro

El oficialismo planteó una batalla imposible con la educación. No puede ganar, pero fiel al decálogo kirchnerista se aferra a su capacidad de dañar a los adversarios que él mismo creó.Los acontecimientos de los últimos días confirman la predilección del presidente Fernández y compañía por un ingrediente político que suele escurrirse de los análisis cotidianos. Me refiero a la confusión. En todas sus formas: la que evidencia una gestión desorientada y también la que introducen deliberadamente en la agenda para distraer, ocultar y postergar.El desorden tiene un encanto muy particular para quienes hacen agua a la hora de planificar. La disputa por la decisión de cerrar las escuelas del AMBA está atravesada de punta a punta por la incompetencia de los funcionarios, pero también por el empeño del Gobierno en confundir a la gente y desviar el foco de atención.Poco más de un año atrás Alberto Fernández expuso su tesis ficticia de una gestión escindida de la pandemia: había un momento sanitario y un momento económico. El momento educativo ni siquiera tenía lugar la visión del Gobierno. No existía.Hoy vivimos la reedición de una historia cuyas consecuencias todavía están frescas. La deserción escolar, la angustia y la ansiedad en niños y jóvenes, la brecha entre las familias con recursos y las que no pudieron seguir con la virtualidad. Otra vez desde el poder le dicen a la gente que no es tiempo de enseñar ni de aprender.Dije al principio de estas líneas que el Gobierno de ninguna manera puede triunfar en esta cruzada ridícula. Más allá de las provocaciones, de las resoluciones judiciales...

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