Un gobierno con comportamiento y lógica de casta

Producto de la aparición de Podemos, como fuerza disruptiva en España, la política ibérica incorporó a su lenguaje durante más de un lustro términos que, sin bien eran conocidos, no formaban parte del léxico político de sus dirigentes. Las palabras "casta", "empoderamiento", "emancipación" comenzaron a formar parte importante y punzante en los debates de campaña cualquiera fuese el tema para tratar, no solo por los dirigentes sino también por gran parte de la sociedad. Con el tiempo, esa moda inquisidora de abordar los debates con palabras que en sí encierran una acusación fue quedando de lado, incluso por aquellos que las introdujeron en la sociedad.

Pero el término que había llegado a dominar el debate político si dudas fue "casta". Según un artículo del diario El País, "casta" fue una de las palabras que lo españoles aprendieron y adoptaron en 2014. Una definición correcta de casta corresponde a "ubicar a un grupo de personas en un sistema de estratificación social al cual se puede pertenecer por nacimiento únicamente". El sistema de castas se caracteriza por ser sumamente rígido, sólido e inmóvil. Un claro ejemplo se encuentra en las prerrogativas de la nobleza medieval aplicada en sus feudos. También existe la organización social por castas como en la India. En la actualidad, en Occidente, se utiliza para señalar los privilegios de cierto sector de poder. Casta, aplicado a la política, es un término procedente de politólogos italianos cuando comenzaron a hacer referencia a la élite política y a la oligarquía que disfruta de los privilegios del poder, tanto políticos como económicos.

Con el comienzo de la pandemia y las medidas restrictivas que se tomaron para afrontarla, comenzó a surgir una suerte de indignación social que fue creciendo sin pausa porque los que decidían por todos y castigaban en nombre de todos no cumplían con las normas que ellos mismos crearon. Y comenzaron a ver al gobierno de Alberto Fernández comportarse como una casta superior y autoritaria que en cada acción o expresión se alejaba de cualquier comportamiento democrático que debe demostrar un gobierno electo en ese sistema.

Hay dos hechos puntuales que ubican a Fernández y a su gobierno en la órbita del elitismo político: el vacunatorio vip y el escándalo de las visitas a la residencia de Olivos.

De la vacunación privilegiada, hasta ahora apañada por la Justicia que lo investigó, mucho se dijo y poco se hizo para castigar semejante sordidez en el ejercicio del...

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